El
Sevilla de
García Pimienta no despega. Arrancó un punto ante un
Mallorca muy pobre al que dominó en la primera mitad pero que estuvo al final más cerca del triunfo en un final en el que la autoexpulsión de
Saúl Ñíguez por protestar le pudo costar cara a su equipo, un proyecto que deja asomar algunos brotes verdes pero que a día de hoy no convence. Por fases hizo buen fútbol y creó ocasiones y en la segunda parte especuló con el resultado dando por bueno un empate y se salvó por muy poco de un castigo seguro. Un fallo clamoroso del debutante
Doménech en el descuento cuando tenía todo para rematar a puerta vacía pudo dejar los tres puntos en
Son Moix, donde el Sevilla sigue dando sensación de duda. De momento, se acerca al parón y aún no sabe lo que es ganar.
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