El socio barcelonista tiene que admitir que
Laporta no ha podido revertir la situación económica del club, y que tres años después de su llegada a la presidencia puede que la situación sea peor que la que encontró pese a la venta de patrimonio y a varias palancas.
Laporta, sin embargo, no parece darse cuenta que su credibilidad ha caído en picado y que lo mejor que podía haber hecho era ir con la verdad por delante. La verdad de las salidas inesperadas de muchos directivos y ejecutivos, la última la del director de estrategia,
Albert Bagó, quien negoció las dichosas palancas y era el encargado de encontrar vías para inscribir jugadores. La verdad de por qué muchos de los futbolistas contratados durante su mandato han tenido que marcharse sin dejar huella. O la verdad sobre los anuncios de fichajes que al final no se han concretado.
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