Durante una semana cada cuatro años el golf busca ser un deporte más sin dejar de lado su esencia. En los
Juegos Olímpicos no se reparte dinero a los campeones, pero se reconoce la excelencia deportiva y se veneran, sobre todo, las historias más personales. Porque en un entorno donde lo más importante no son las estadísticas sino las experiencias vitales, estar en el green es como regresar a los tiempos de amateur, en los que se jugaba pensando solo en la victoria y en el trofeo, no en la bolsa de premios. “Ser olímpico es el honor más grande que puede tener cualquier deportista”, cuenta
Jon Rahm desde París. Este jueves arranca el torneo olímpico de golf en
Le National (del 1 al 4 de agosto), que en 2018 pasó de ser el ’
Jardín de Francia’ a convertirse en el ‘Fortín de Europa’ con la organización de la Ryder que ganó el Viejo Continente.
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