Los que me conocéis un poco, sabéis de la particular devoción que profeso por este hombre desde hace ya mucho tiempo. Primero me cautivó como persona, cuando todavía no era sino un futbolista en ciernes. Lo he contado muchas veces, un tipo que, al poco de llegar a Zubieta para realizar su primer entrenamiento con el filial, admite que no tiene el nivel necesario para jugar en este club, y les dice a sus padres que probablemente tenga que volver a casa, me parece de una honestidad brutal, y lo define como persona. Lo que vino a continuación, es una historia de superación, derribando los muros que lo separaban de la excelencia, día a día, hasta alcanzar su nivel actual.
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