La recién nacida
Sudán del Sur aún llora pero ya empieza a sonreír, haciendo saber al mundo lo que puede llegar a ser a través del baloncesto. Las lágrimas de las dos largas y crudas guerras por las que tuvo que pasar el país más joven del globo hasta independizarse en
2011, las lágrimas de una guerra civil entre 2013 y 2020 de la que todavía quedan restos de violencia, se están tornando en el orgulloso sudor que sus campeones derraman en el parqué.
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