La máscara le restaba a
Kylian Mbpapé visibilidad. Le costaba respirar, la fibra de carbono le incomodaba, le hacía jugar tenso. El enmascarado
Mbappé llevaba una Eurocopa discreta, culpaba a esa protección que debía acompañarle al menos unas semanas más. Pero el francés decidió en el calentamiento que se liberaría de esa protección que creía limitaba su fútbol y en una de sus primeras intervenciones le dio una asistencia estelar a
Kolo Muani para adelantar a su selección. Y creyó que había recuperado los superpoderes de futbolista único. Craso error. El superhéroe, el distinto, el impresionante, el llamado a ser el heredero de
Leo Messi, el que quiere sentarse ya en la mesa de los que deciden en el fútbol, ese que el sábado cumplirá 17 años pero aún tiene 16, decidió demostrarle al mundo que es un hombre de palabra. “Move in silence, only speak when it´s time to say checkmate’ había colgado
Lamine en su perfil de Instagram. Habla solo cuando tengas que decir jaque mate. Era la respuesta de
Lamine a
Rabiot después de que el francés dijera de él que “tiene que hacer mucho más de lo que ha hecho hasta ahora para jugar una final de la Eurocopa”. Como si las tres asistencias de gol de Lamine fueran poca cosa. Y lo decía
Rabiot que antes del partido de España formaba parte de una selección que había marcado sólo un gol y de penalti y dos auto-goles más.
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