En tres días estrenamos año con una serie de expectativas ancladas en la esperanza de que los cambios en las políticas internas promovidas por la 4aT hayan tocado fondo e inicien una ruta en que los resultados reviertan la percepción de la pocos logros, especialmente por las formas erráticas de implementarlas, aunque haya en el fondo el reconocimiento de las buenas intenciones de combatir la corrupción y la impunidad que ha tenido postrado al país por más de treinta años sin que pareciera se tuviera conciencia del desfiladero que recorría nuestra nación, pero que afloró en la revolución cívica ocurrida durante la votación presidencial que se inclinó por creer en el cambio que prometía Morena de abandonar las políticas neoliberales que habían entregado las riquezas del país a los intereses de una élite poniendo en evidencia el monstruoso saqueo a las arcas públicas federales solapando las mismas prácticas en las entidades estatales.
En Coahuila también esos efectos se sintieron al principio con moderación pero con enojo fermentado que se reflejó en el declive del PRI el cual perdió por primera vez la mayoría en el Congreso del Estado y apenas retuvo unas cuantas Presidencias Municipales.
Algunos priistas reclamamos un cambio profundo que recuperara los principios originales de la Justicia Social y la preocupación por atender a las masas populares que se habían abandonado por privilegiar a la plutocracia.
Hubo diálogo a través del cual se reconoció en apariencia el extravío del rumbo.
Y digo que en apariencia porque al operar la supuesta renovación interna volvieron las mismas prácticas que impiden combatir el hecho de que Coahuila sea a nivel nacional el paraíso de la impunidad al proteger a quienes ocasionaron la terrible deuda del Estado.
Este año es la última oportunidad de cancelar este “paraíso” y democratizar la elección de los candidatos a las diputaciones locales; de convocar a la ciudadanía bajo programas vanguardistas en temas de justicia social.
Pero se ve difícil porque ya placean a los mismos rostros para candidatos que solo mandan el mensaje del continuismo.
Quedan semanas para tomar conciencia de esa necesidad y se actúe en consecuencia, requerimos una sacudida que haga caer la fruta corrompida de nuestro árbol estatal, urgen nuevos brotes de esperanza, de lo contrario se cavará una tumba.
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