El 12 de octubre ha quedado marcado como el encuentro entre dos mundos, pero no con esa idea romántica que solían presentarnos en el pasado, sino con los terribles acontecimientos que realmente sucedieron.
Para ello basta observar que, en menos de treinta años después de la llegada de Cristóbal Colón a tierras americanas, los de Castilla dieron a conocer sus buenas intenciones con la destrucción, saqueo y sometimiento de los pueblos mesoamericanos, entre ellos, el imperio Mexica.
Curiosamente, sobre las ruinas de lo que fuera la gran Tenochtitlán, conquistadores y conquistados se unirían a través del mestizaje para dar inicio a una nueva nación conocida más tarde como México.
A diferencia de los británicos que rechazaron procrear con las mujeres de las tribus del norte del continente americano, los españoles no tuvieron prejuicio alguno en mezclar su ADN con las mujeres de todas las etnias.
De hecho, la Historia Oficial destaca al conquistador Hernán Cortés como el padre del mestizaje en México. Sin embargo, poco se menciona al otro español que renunció a su nacionalidad y a los planes de conquista para ser un ciudadano Maya: Gonzalo Guerrero.
De este marinero se sabe que formó parte de la expedición comandada por Vasco Núñez de Balboa en 1511, y que el barco en que viajaban naufragó frente a las costas de Yucatán.
Allí junto con el fraile Jerónimo de Aguilar y otros marineros fueron hechos prisioneros primero por los Cocomes, más tarde por los Tutul Xiues, donde solamente los mencionados lograron sobrevivir.
Finalmente quedaron bajo la sombra de Nachán Can, Nacom (líder militar) de Chatemal (hoy Chetumal) Guerrero por sus habilidades en el arte de la guerra y su nobleza se ganó la simpatía del adalid, quien lo desposó con su hija Zazil Há, y tuvieron tres hijos. Mientras que Jerónimo de Aguilar se mantuvo firme en sus convicciones de hombre civilizado, fiel a los dogmas de su Fe, e incluso en la primera oportunidad que tuvo se marchó para reunirse con Hernán Cortés en 1519, mientras que Guerrero permaneció con su pueblo, asimilando su lengua, cultura y religión.
Como un soldado más, se hizo perforaciones en la cara y las orejas, y se tatuó gran parte de su cuerpo. Al saberse todo esto en España lo llamaron el Renegado.
Porque estaba claro que para Guerrero la idea de volver a España quedaba en el fondo del mar como el barco en que había llegado.
La experiencia que tuvo en esos pueblos le hizo ver que eran gente con costumbres diferentes pero que igual gozaban y sufrían como cualquier pueblo de España. Y lo mejor: disfrutaban de una auténtica libertad.
Él amaba a su familia y a su gente, de ahí la diferencia con Hernán Cortés quien abandonó y se olvidó de a la Malinche y a su hijo Martín. Por el contrario, Gonzalo Guerrero, el otro padre del mestizaje, permaneció al lado de los suyos hasta el final.
No es casualidad que haya encontrado la muerte en territorio hondureño en 1536, enfrentándose a las tropas del capitán Lorenzo de Godoy; sí, defendiendo a su pueblo de los conquistadores.