La comunicación con base en ideas generales sin que se refiera a experiencias específicas de los que conversan se vuelve retórica y no consigue transmitir más que mensajes limitados y poco significativos para las personas que se comunican.
Es la diferencia entre estar informado de que han muerto cientos de personas -que se convierten en una estadística- o saber que ha muerto una persona querida, o un familiar.
En este sentido, la muerte se convierte en una tragedia de gran impacto emocional.
Es el mismo inconveniente cuando se intenta comunicar sobre una inundación o un tsunami. Es demasiado. Implica demasiados afectados, heridos o muertos.
Está fuera de la experiencia de la gente y sólo reaccionan con un “Sí, fue terrible”, “que tragedia más grande y dolorosa” sin que verdaderamente les afecte.
Cuando comunicamos cifras de millones de pesos, desfalcos millonarios, deudas estatales, por no hablar de pérdidas que sobrepasannuestra imaginación, cuando hablamos de estas cifras estamos completamente desapegados del asunto, ni nos impresiona ni nos afecta, porque esas cifras se encuentran por encima de nuestra experiencia y prácticamente no significan nada.
El núcleo de la cuestión reside en que lo específico es lo suficientemente pequeño como para conectar con la experiencia real de las personas. Los problemas, los asuntos y los temas tienen que ser comunicables.
Es esencial que sean lo suficientemente sencillos como para convertirlos en asuntos de conversación significativa.
Cuando conversamos en torno a generalidades, o ideas generales como el pecado, la inmortalidad, la buena vida, o la moralidad.
O cuando platicamos de política, ideologías e incluso creencias, no son conversaciones que nos nutran o nos lleven a la acción, o sólo mueven nuestro interés por un corto tiempo.
Cuando comparto “de que me di cuenta” “que aprendí o aprendo” y”cómo me siento” entonces conversamos desde nuestra experiencia, donde la comunicación se vuelve significativa pues conectamos desde la perspectiva personal inmediata.
Debe quedar claro: sólo comunicamos verdaderamente con alguien por referencia a nuestra experiencia.
Las teorías generales sólo cobran sentido cuando se han introyectado y comprendido desde la experiencia. Sin esto último, los elementos específicos: los temas de conversación no son más que una retahíla de anécdotas.
