Ayer se cumplieron ciento noventa y ocho años de la Pronunciación del Acta de Independencia hecha por la Junta Soberana o Junta Provisional Gubernativa integrada por Agustín de Iturbide para este propósito, aquel 28 de septiembre de 1821, último acto político de una lucha que iniciaran 11 años antes Miguel Hidalgo e Ignacio Allende y cuyo último sostenedor en pie era Vicente Guerrero; una guerra que ya habían perdido los insurgentes.
Hace dos semanas celebramos el aniversario 209, precisamente del Grito de Dolores, así cumplimos lo establecido por Morelos en 1813 que fuera el 16 de septiembre dedicado a recordar el inicio de la gesta; aunque fue López Rayón, quien lo celebró un año antes en Huichapan, hoy estado de Hidalgo; sin embargo fue Guadalupe Victoria en 1825 quien estableció fuera la fiesta nacional por excelencia.
Luego Antonio López de Santa Anna inició la tradición del “Grito”, dictando se diera el de 15 de septiembre a las 11 de la noche, como actualmente sucede.
Como observamos la celebración se centró desde entonces en rememorar el inicio de la Revolución de Independencia y no la culminación cuando se escribió la segunda Acta de Independencia, la primera fue la que se redactó en el Congreso en Chilpancingo reunido en septiembre de 1813.
Luego en otra entrega, explicaremos por qué, no tiene la misma importancia el inicio que la culminación; pero herederos ideológicos de los conservadores monarquistas, después centralistas y contra liberales, han esperado con ansia la fecha del 28 de septiembre de 2021 para hacer valer sus reclamos.
Por ejemplo aquí en Torreón, durante la preparación del Bicentenario, hubo un grupo que exigió se hiciera mención de Iturbide como el verdadero héroe de la Independencia de México, incluso que la Avenida V. Carranza recuperara el nombre como se llamó en un principio:
Agustín de Iturbide; todavía más, que a uno de los puentes del oriente de la ciudad se le impusiera el nombre de Juan de O’Donojú, último jefe político de España.
Adelantaremos para que pensemos, una pregunta ¿por qué en el Acta del 28 de Septiembre de 1821, no está la firma de ninguno de los insurgentes sobrevivientes, entonces acogidos al indulto extendido por el virrey Ruíz de Apodaca, ni tampoco las Vicente Guerrero y Pedro Ascencio, quienes mantenían viva la insurgencia? Veremos.
