Acontracorriente de un sector social mayoritario y a juzgar por las declaraciones irrisorias de algunos de los coordinadores de las diferentes bancadas del Congreso de NL respecto a la sanción que podría recaer sobre el gobernador y otros más, por haber falseado el proceso de recolección de firmas utilizando personal adscrito a la nómina del gobierno y recursos del erario para conseguir la nominación de Jaime Rodríguez como candidato a la Presidencia de la República, habría una tendencia concertada para demorar acciones punitivas.
Los brókers legislativos de este aceitado proceso que ya arrancó con tintes electorales rumbo a la siguiente gubernatura jugarán con los tiempos dilatorios y después harán cundir entre los regiomontanos una suerte de mexicana resignación: “Mejor que termine su sexenio y nos ahorramos gastos y molestias”. No es improbable. A un año de distancia de que el Congreso fue conminado sin éxito por autoridades electorales, hay quienes como Carlos de la Fuente (coordinador de la fracción del PAN) apenas se desperezan de pesada siesta: “Puede ser la destitución como máxima sanción, pero hay que hacer la evaluación correcta, lo más importante es que todos los grupos legislativos estemos conscientes del proceso”.
Otros disfrazan un supuesto celo de su curul como héroes antivengadores y desde ahora enseñan coartadas: “No permitiré que este proceso sea utilizado como venganza política”, dice bravío el diputado Colosio de Movimiento Ciudadano. Francisco Cienfuegos del PRI, al que unos correligionarios suyos tildan de “coordinador de la corrupción”, hace mutis. Ya festinará con quien haya financiado el operativo. ¿Quién quitó la mayoría del Congreso a Morena sin los votos ciudadanos? ¿Para qué obtenerlos en las urnas si se pueden comprar en sus puestos de elección? Por cierto, ¿cuál será su valor de reventa? (¿es otra estafa maestra?).
De hecho hay suspiros de alivio apenas contenidos en recurridos diputados al arrancar –a más de un año de haber sido emplazados a hacerlo– los trabajos de análisis de la Comisión Anticorrupción, pues en adelante tendrán referencia a la medida para sesgar cuestionamientos en palabras más o palabras menos: “El asunto se analiza en la Comisión Anticorrupción y no queremos apresurar las cosas, ya que a su debido tiempo un dictamen indicará lo que debemos hacer”.
Habida cuenta de la muy reciente reconversión del salón de sesiones en supermercado de diputados, prestos a cambiar de partido a la menor provocación, que muchos entienden es de orden pecuniario, sobran sospechas de lo que habrá de suceder con Jaime Rodríguez.
Cual hipótesis de una maquinada operación cuelgan como zanahoria visible a todos, los jugosos apoyos en el proceso electoral futuro rumbo a la próxima gubernatura. Sobran quienes quieran hacerse de ellos gracias a su influencia en las distintas comisiones del Congreso local. La posible moneda de cambio podría ser impunidad para el expediente de El Bronco y sus allegados a cambio de allanar el regreso de la gubernatura al PRI con un Morena espurio, de esquirol.
En el primer paso merced a intercambios o préstamos de diputados mudó la mayoría en el Congreso, de Morena al PRI, pese a que en la votación los ciudadanos se la dieron a Morena. Una práctica que la reciente iniciativa antichapulín de la diputada Claudia Tapia y otros que la secundan pretende inhibir. Pero para efectos prácticos no tiene retroactividad, y si bien fue gallarda su salida de Morena para formar una bancada independiente, queda en un foso rodeada de serpientes. Y como daño colateral a su gesto de protesta contra Ramiro González por entregar Morena a personajes del PRI y convertir su bancada en extensión del mismo, provoca un PRI reforzado
Los jugadores ya están moviendo fichas sucesorias y ninguna se desdeña.
Tras la visita al municipio de Escobedo de Olga Sánchez Cordero (ex priista ella misma) y su espaldarazo a la alcaldesa Clara Luz Flores, pasó de noche el nombramiento del regiomontano Omar Cervantes como nuevo director general de comunicación social de la Segob. Cargo de alto nivel, de connotaciones políticas, no técnicas, y con un abultado presupuesto para medios difícil de rastrear, pero muy efectivo para orientar o bloquear campañas.
Un funcionario así funge de facto como consejero áulico del secretario del ramo y pasa a formar parte de su grupo más compacto. ¿Quién pidió y obtuvo la posición? ¿Natividad González Parás? ¿Abel Guerra? ¿Héctor Gutiérrez? El primero desde su retiro no dijo esta boca es mía sobre quien en su sexenio le sirviera en puesto similar. Pero en el chat que frecuentan, los dos últimos a la menor provocación se desvivieron en elogios a una supuesta capacidad de Cervantes, a quien en la versión disimulada un día le ofrecieron la chamba sin tener nada que ver con sus ex jefes y colegas priistas. Ajá.
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