“Claudia” se probó varios vestidos en una tienda, pero ninguno le quedó, al preguntar por la siguiente talla se dio cuenta que algo le había pasado sin percatarse de ello: ya usaba ropa extragrande.
El shock fue difícil de asimilar y se preguntó: “¿dónde me perdí?”.
Cuando alguien se desenfoca de sí mismo le pasan cosas como perder el trabajo, alejarse de su pareja y su familia, descuidarse física y afectivamente. A esto se le llama conmoción emocional y lo grave de esta situación es que puede durar meses, años o una vida.
Hacer consciente lo inconsciente define el momento en que una persona está en condiciones de encontrarse y convertirse en su propio héroe.
El problema es que como individuos tendemos a lo que Freud llamó “la compulsión a repetir”, que es reincidir en situaciones problemáticas o dolorosas, debido a un proceso inconsciente conocido comúnmente como “tropezar dos veces con la misma piedra”.
Para descifrar la repetición logrando que el pasado no quede como un olvido oculto y sintomático, sino como una resolución, el sujeto debe buscar hasta encontrarse en los tramos de su historia en los que se abandonó ante el temor de la pérdida, el rechazo o la vergüenza de no sentirse digno por una interpretación fallida.
Como parte del cambio hay que trabajar en una despedida simbólica por los fracasos y prejuicios para emprender una vida sin temor al éxito, haciendo las cosas de diferente manera para obtener otros resultados.
A esto lo podemos denominar búsqueda y rescate, y se pueden implementar diferentes estrategias y tipos de ayuda, sin olvidar que tú eres la parte principal de la promoción al cambio para lograr una empatía con las nuevas experiencias. Este proceso de transición puede incluir periodos de miedo o de dolor, pero no hay que perder el rumbo para cambiar la historia.
Aceptarse a sí mismo es simplemente vivir con lo que uno es.
MIRIAM COLÍN Y VANESSA AGUILAR
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