Familiares y conocidos despidieron con una misa a Concepción Olazábal, propietaria fundadora del Restaurante "Conchita", uno de los lugares culinarios de mayor tradición en la ciudad de Lerdo, Durango.
Luego de la ceremonia eucarística oficiada por el párroco Roberto Tabárez, rodeado de aplausos sus restos fueron depositados en la columna 6 de la fila C, al interior del columbario de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.
Poco antes de las 12:00 horas de este miércoles, los familiares llegaron a la parroquia donde le darían el último adiós a su querida Conchita, cargando una pequeña urna y una fotografía como parte de su presencia, para después colocarlas al frente del recinto religioso y proceder con la misa.
Concepción Olazábal Sierra, falleció este martes 9 de julio a las 5:55 de la mañana a la edad de los 86 años.
Cocineras, meseras, así como quienes cuidaban de ella, expresaron en su momento la amabilidad con la que Conchita se dirigía a sus empleados, a quienes trataba sin distinción y que llegaba a tratar como de su propia familia.
La recuerdan como una mujer activa, disciplinada y comprometida en dar siempre el mejor de los servicios para los comensales, que como resultado, al paso de los años fue tomando su fama por el sazón y recetas que la que Conchita fue tatuando en el paladar de los laguneros, lo cual llegó para quedarse.
“El trato con nosotros era excelente, siempre estaba al pendiente de todo. Solía acudir temprano a picar todo y a dejarnos ya todo listo para empezar a cocinar”, compartió Deisy, una de las empleadas con mayor tiempo en el restaurante.
El mole y el caldo de res eran los platillos que, aseguran las cocineras, conchita disfrutaba elaborar y de lo que mejor le salía.
Entre risas mesuradas recuerdan que, cuando alguien se dirigía hacia la dueña como señora Conchita, de inmediato ella reviraba con un “señorita, por favor”, lo cual dicen, era algo que siempre venía ligado a una serie de risas entre quienes escuchaban.
Por su parte, Alejandra, una de las tres mujeres que la cuidaron durante años, aseguran que Concepción Olazábal disfrutaba de alimentar por las mañanas a sus mascotas preferidas, los pájaros, de los cuales tenía de diferentes especies, diferentes colores y diferentes cantos.
Además comparten el gran corazón de la propietaria de uno de los lugares íconos de la llamada Ciudad Jardín, ya que no dudó nunca en ayudar a los más necesitados y formó parte de las Damas Vicentinas de Lerdo, mismas compañeras que con una oración al finalizar la ceremonia eucarística la despidieron rodeando su fotografía.
Conchita nunca se casó, ni tuvo hijos, por lo que al morir sus padres, con quienes vivía, decidió abrir el restaurante, ubicado en calle Ignacio López Rayón, esquina con avenida Francisco Sarabia, en donde empezó a vender paella y mole los domingos cuando la gente salía de misa.
Debido al éxito que empezó a tener, fue habilitando los espacios de su casa para poder atender a los comensales, hasta llegar a lo que actualmente es el comedor distribuido en cuatro espacios con capacidad para 120 personas.