Mozart en la “Marcha turca”, Liszt en las Rapsodias húngaras, Stravinsky en La consagración de la primavera, Copland en “El Salón México”, Moncayo en el “Huapango”, Gershwin en la “Obertura cubana” —rumba judía— y en Porgy and Bess —ópera góspel de visita en Broadway. Dave Brubeck, Stan Kenton, Gerry Mulligan, Stan Getz, Gene Krupa y Jack Teagarden, cuyas almas no tuvieron color pero cuyo jazz cándido tuvo soul. También Elvis Presley (ese cantante de spirituals) y Eric Clapton (ese bluesero británico), Janis Joplin (perla negra) y Madonna (en su isla bonita), Eminem (un hijo de Detroit) y Macklemore (otro hijo de Detroit… nacido en Seattle). Y, más cerca de nosotros, Jorge Reyes, etnomúsico del teponaztle (formado en Alemania).
Ezra Pound en Cathay. Y antes Kipling en El libro de la selva y Baudelaire en Las flores del mal y Flaubert en Salammbô y Chateaubriand en Atala y René y Los Natchez. Y después Scorza (un ¿falso? inca en París) y Le Clézio (un ¿mauriciano? en Nigeria) y Castellanos (en Balún Canán) e, icono de los tiempos que corren, Poniatowska, esa polaca nacida en París que diera a luz Hasta no verte, Jesús Mío, biografía novelada de una miahuatlana.
Yves Saint Laurent (¿francés imperialista o argelino emancipado?) con sus colecciones en homenaje a la India (que nunca visitó), a China (que sólo pisó después de haber presentado Les Chinoises), a África, a la Rusia campesina. Inscrito, además, en un linaje que se remonta al padre de la alta costura —Paul Poiret, con sus túnicas y pantalones orientalistas— y que incluye a africanistas como John Galliano, Alexander McQueen y ese Stephen Burrows cuyo recurso a estampados africanos en sus colecciones de los años 70 acaso se haya librado del escándalo por ser él mismo negro (aunque americano).
La cultura —la música, la literatura, la moda y tantas otras expresiones— es un tomaydaca: un diálogo de referencias cruzadas en que orquestas sinfónicas tocan tonadas roma, blancos cantan blues y negros ópera, modelos de pasarela lucen tenangos y comunidades indígenas intervienen jeans. Faltan las políticas públicas que garanticen que todos podamos participar de él.