Continúan las discusiones en torno a la reforma electoral en Hidalgo, sin embargo, aún no se han escuchado a todas las voces, lo que restará legitimidad a la propuesta final.
Por ello, la nueva reforma debe emanar del constructo social, y no solo una visión de las élites políticas y partidarias. Es decir, la ciudadanía y los especialistas en materia electoral deben ser consultados para tener una visión más amplia e integradora. Por ejemplo, la discusión no debe centrarse en si el dinero de las multas debe destinarse al CITNOVA o a los municipios.
Por el contrario, cuáles son las acciones directas que favorezcan la participación de la sociedad civil, como promotora e impulsora de la participación ciudadana.
La discusión es cómo fortalecer la democracia participativa, lo que involucra la democratización de todos los espacios públicos, en específico los ayuntamientos. Mientras no se erradica la in-funcional figura de elecciones por planilla seguiremos favoreciendo la construcción de mayorías en los cabildos, que poco o nada benefician para el buen gobierno. El principal espacio de poder que debe contar con claros contrapesos, son los municipios. Por ello que las y los regidores se elijan por votación, no por decisión. Debemos ser críticos y objetivos al momento de elaborar la reforma política, y uno de los puntos es la ausencia de mecanismos de participación ciudadana, lo que se ve reflejado en la ausencia de políticas públicas. Hoy se habla de la instalación de tres mesas, una sobre participación indígena, gobierno de coalición (un absurdo, ya que no somos un sistema parlamentario), y sobre violencia política de género (la cual debe ser violencia política en general). Es decir, la participación ciudadana y los mecanismos de democracia directa, continúan ausentes dentro de la discusión.
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