El pasado domingo se llevó a cabo el “Foro Internacional Desafíos a la Libertad en el Siglo XXI”, organizado por la Fundación Internacional para la Libertad que preside Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, y la Universidad de Guadalajara.
La importancia de este Foro y sus tres mesas de diálogo radica en la apertura de un espacio para la discusión abierta sobre los desafíos que enfrentan las democracias liberales alrededor del mundo. Es simbólico también porque se llevó a cabo en el Paraninfo Enrique Díaz de León, como reflejo del papel fundamental que tienen las universidades en el debate y la libre expresión de las ideas, en un marco de autonomía.
Estos diálogos se vuelven imprescindibles ante la ola de neo-nacionalismos, tanto de derecha como de izquierda, que han llegado al poder de varios países, capturando instituciones y socavando el Estado de Derecho. Una nueva muestra de este avance son las elecciones del Parlamento Europeo que tuvieron lugar el mismo domingo: el Partido del Brexit de Nigel Farage fue el gran ganador de las votaciones para eurodiputados en Reino Unido, venciendo a Conservadores y Laboristas, mientras que el Partido Nacionalista de Marine Le Pen venció en Francia, al sobreponerse al partido del presidente Emmanuel Macron. Ante este panorama toca preguntarnos, ¿cómo podemos fortalecer la democracia liberal y a la vez avanzar en la inclusión y la equidad? Éste, sin lugar a dudas, es el gran reto del Siglo XXI.
Las democracias “iliberales”, o el autoritarismo por consenso, no pueden ser una salida. No podemos conculcar las libertades humanas en aras de lograr una aparente efectividad en la solución de los problemas públicos. Me quedo con la referencia de Guillermo Sheridan en este Foro: “Los sueños de los hombres hicieron posible la democracia, y sus pesadillas la hicieron indispensable”. La libertad, como el aire, solo se aprecia cuando está ausente. Venezuela es un ejemplo.