El Presidente nos recuerda nuestras clases de historia nacional al recontar las grandes pugnas del siglo XIX: conservadores contra liberales, centralistas versus federalistas. En esta lectura los pleitos de hace más de 150 años siguen siendo los mismos hoy. Quizás los nombres de los protagonistas cambien, tal vez la manera en que se definan a sí mismos también, pero en esencia lo que ahora se vive ya se vivió antes, es lo que nos dice.
El Presidente se presenta a sí mismo como protagonista central en estos duelos. En el primero se define a sí mismo como el líder de una avanzada liberal que constantemente enfrenta a un grupo de conservadores cuyo único objetivo es mantener el statu quo de la desigualdad nacional.
En el otro conflicto, el que confronta centralismo y federalismo, su posición también es clara, aunque él no la haga tan explícita. El Presidente prefiere un poder centralizado —que, dicho sea de paso, era identificado con el conservadurismo durante el siglo XIX— y así lo ha hecho notar de manera cada vez más frecuente.
Lo hemos visto en la repartición de recursos de programas sociales y también en la aglomeración de funciones en la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda: es una persona, Raquel Buenrostro, la responsable de firmar por la distribución de insumos nacional. Desde clips y papel de baño hasta medicinas necesarias para la supervivencia, todo pasa por ella. La concentración de funciones, bajo el argumento de que así hay menos oportunidad de corrupción, es el objetivo final del Presidente. Y se llevará al extremo si es necesario, es la consigna.
La idea original puede no ser mala, siempre que se matice, cosa que al presidente no le gusta. Sin embargo, hoy sucede todo lo contrario: cada día se aplica más a rajatabla.
En estos días investigadores del Cinvestav, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, reportaron que para hacer uso de viáticos será necesario recabar la firma del Presidente mismo. Será él, y nadie más, quien decida si un académico deba asistir a un congreso en el extranjero.
El centralismo actual se parece mucho al de 1836. Solo que el México de 2019 es tantito distinto al de aquella época.
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