RuPaul’s Drag Race es un programa de nicho (orientado a la comunidad LGBT+ y así lo demuestran las recientes mediciones de Nielsen enfocadas en ese público) que poco a poco fue creciendo hasta convertirse en un éxito en todo tipo de audiencias. Sin embargo, hasta la temporada 10 y el tercer All Stars, algo caracterizaba a la competencia de drag queens y era la cercanía que sus eternos fanáticos y los más nuevos, sentían con la emisión. La conexión con RuPaul quien se ha encargado de elegir de acuerdo con el esfuerzo y los looks más alucinantes a las ganadoras de la emisión, que hoy en día son grandes estrellas.
Pero eso ya no pasó en la cuarta temporada de All Stars ni está pasando en la temporada 11, que actualmente se transmite en México por Netflix y Wow+. Los seguidores de la emisión están molestos porque RuPaul ha tomado las decisiones más extrañas, ya sea con las dinámicas dentro del show o con su elección de ganadoras. Su audiencia siente que no hay justicia ni coherencia y, al parecer, a la líder de todo este proyecto, le importa muy poco.
Todo esto en conjunto hace pensar que RuPaul’s Drag Race, como concepto, se está desgastando y que para sus próximas temporadas tendrá que hacer una renovación por completo, de lo contrario, su sólida base de fans irá disminuyendo y difícilmente se mantendrá en cuanto a números e impacto.