Ni 24 horas le duró el gusto al líder nacional cenecista Ismael Hernández presumir el respaldo al candidato priista Alberto Jiménez Merino, cuando la ex lideresa estatal campesina, Maritza Marcelo Marín, hiciera lo propio, pero por el abanderado de Morena, Miguel Barbosa Huerta.
La ex diputada local Marín Marcelo había tenido una serie de desencuentros políticos con el ahora candidato Alberto Jiménez, y su salida de la dirigencia de la organización campesina priista, no se había dado en los mejores términos.
Con la presencia de la agrupación Emiliano Zapata en un acto de respaldo a Barbosa, que equivale a unos 50 mil electores del llamado voto verde del PRI, presumieron los organizadores, le hacen un boquete al principal bastión del otrora partido gobernante.
Una cascada de defecciones de las filas priistas se habían visto ni en las mejores épocas de cooptación del morenovallismo, que de origen se nutrió de miles de cuadros del Revolucionario Institucional.
En el pasado reciente muchos priistas de manera abierta se cambiaron de proyecto político con el morenavallismo, pero con Morena en el poder, muchos de ellos salieron del clóset, como Javier López Zavala, Carlos Meza y Leobardo Soto, entre otros.
El caso más patético es el del ex candidato a gobernador López Zavala, quien tuvo que correr tras López Obrador con un libro sobaquero, tras la rúbrica del Mesías, y al parecer obtuvo la purificación.
A esta lista se suma sorpresivamente la ex diputada local y ex dirigente de la Liga de Comunidad Agrarias de la Confederación Nacional Campesina, Maritza Marín Marcelo, y otros dirigentes agrarios más, lo que adelgaza la membresía y la fuerza política del PRI, que sigue en picada.
Marcados por la desgracia política que persigue a Mario Marín Torres, con el estigma de “góber precioso”, sinónimo de involucramiento en el escándalo de pederastia, el priismo poblano se reduce a un reducto mayoritariamente marinista, en riesgo de extinción.
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