No sé qué se me hace más escandaloso, si el patético estado de la comedia en las diferentes plataformas que integran la televisión mexicana o el hecho de que nadie diga nada, de que asumamos que esto es lo normal.
¿Por qué lo digo? Porque, salvo honrosas excepciones, estamos ante una industria que insiste en hacernos reír con base en groserías, violencia y la permanente humillación de la mujer, los niños y los homosexuales. ¿Pero sabe qué es lo más patético? Que cuando uno se sienta a analizar esos materiales, a los primeros que observa promoviendo esa humillación es a las mujeres, a los niños y a los homosexuales.
¿Qué es lo que está pasando aquí? ¿Cómo aspiramos a algo parecido a la equidad cuando tenemos, por ejemplo, mil versiones nacionales de #MeToo y, por el otro, a una larga lista de comediantes enseñándole al país que no existe nada más chistoso que atacar a una mujer? ¿Cómo?
Y no es un asunto de una ventana o de una empresa. Esto es general, lo vemos en la televisión abierta privada, en los cables, en los sistemas de distribución de contenidos en línea, en las redes sociales y en casi todas las televisoras de este país. El tema de la comedia en la televisión nacional es un problema verdaderamente grave que se tiene que discutir y que nos involucra a todos. ¿Por qué se tiene que discutir? Porque la inteligencia de un pueblo se mide en función de su sentido del humor y créame que nuestra inteligencia queda muy mal parada después de hacer un viaje por la mayoría de nuestras propuestas cómicas.
¿Por qué nos involucra a todos? Porque si todas estas instancias producen esta clase de contenidos es porque funcionan, porque los consumimos, porque nos dan risa. Pero, además, porque nuestras autoridades lo permiten, porque las agrupaciones que luchan por la calidad audiovisual están de acuerdo y porque las marcas que los patrocinan consideran exitoso asociar su imagen a esos chistes.
Ojo: no estoy hablando mal de los comediantes mexicanos. Si algo tenemos en nuestra nación es talento, magníficos humoristas de todo tipo y de todas las generaciones que no siempre reciben el apoyo que merecen. Estoy poniendo sobre la mesa una tendencia que no es otra cosa que el reflejo del México que vive a ambos lados de las pantallas. No sé usted, pero yo no puedo creer que a estas alturas del partido sigamos haciendo escuelitas como la que ahora está en Telehit y que consiste en ver a puros personajes grotescos golpeándose e insultándose.
Se me cae la cara de vergüenza cuando veo a La Wonders vomitar al aire en Guerra de chistes, entre todas esas aberraciones que se dicen con la más absoluta irresponsabilidad. Me asusta Duelo de comediantes de Comedy Central, porque es la promoción del odio como una válvula de escape incluso entre personas con discapacidad. Ni hablar de YouTube, en Netflix o en tele abierta. ¿Será posible que ya nadie nos pueda hacer reír sin decir leperadas? Perdón si me quedo corto, pero no me quería quedar con las ganas de invitarlo a reflexionar sobre esto que no es menos grave que las narcoseries. ¿O usted qué opina?
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