La sexta posición frente a la finitud, tiene que ver con la Muerte Médicamente Asistida (MMA). Existimos, como parte de la tozuda multiplicidad del mundo, personas que creemos en el derecho a una muerte digna. Que no tenemos por qué padecer innecesariamente, cuando el final de nuestra presencia está claramente a la vista, sea debido a una enfermedad incurable o bien a una decisión absolutamente individual e inescrutable.
Ante dichas circunstancias, tenemos derecho a decidir cómo deseamos terminar nuestra supervivencia y, en qué condiciones. Si nuestra existencia no nos pertenece, la libertad, como gran virtud humana, se desvanece o es discurso vano. Si el derecho humano al libre desarrollo de nuestra personalidad, no nos permite disponer cómo y en qué condiciones será nuestra recta final, entonces tales derechos son letra muerta.
La MMA ha tenido pocos avances en México. Ahora se acepta, aunque no en todas las entidades federativas y menos aún en todos los casos de pacientes específicos, que la persona enferma soliciteal equipo médico que se le deje de suministrar el tratamiento prescrito, cuando solamente va a prolongar su estadía de manera innecesaria; y que, a cambio, se le proporcionen los fármacos o tratamientos para reducir o desaparecer, el mayor tiempo posible, los sufrimientos generados por su tormento. Tiene que ver con el concepto de eutanasia indirecta.
Donde no hemos logrado avanzar lo necesario como presunto Estado laico, tiene que ver con encarar la eutanasia directa, consistente en administrar los medicamentos requeridos para que la persona que tiene una enfermedad incurable, llegue a su final de manera planeada. Este tipo de muerte asistida, también incluye la detención de aparatos o de equipos que están sosteniendo artificialmente la existencia del individuo; se retiran y, el sufrimiento concluye; sobreviene otro, desde luego, que es la pérdida de ese ser humano y su resonancia entre sus familiares y amigos(as).
En México, apenas 15 entidades federativas cuentan con una Ley de Voluntad Anticipada. Un título nebuloso y una legislación copiada de la que elaboró el entonces Distrito Federal. Urge un trabajo legislativo al respecto. Ojalá sea desde una óptica laica, progresista y, alejada del oscurantismo religioso.