Comenzó en la Universidad de Guadalajara el momento de sus cambios sexenales. Ayer se anunció la decisión del rector, Ricardo Villanueva, sobre quiénes deberán manejar cinco centros universitarios, y entre hoy y mañana deberán conocerse los nombres de los rectores de diez centros más, y del Sistema de Educación Media Superior (SEMS). Además, se nombrará o ratificará pronto al director de los hospitales civiles de la entidad.
Los cambios en las rectorías son parte de un proceso normal. Ocurren casi de manera simultánea con la llegada del nuevo rector. Lo importante en estos casos es que la decisión de quién esté al frente de la Universidad de Guadalajara es en realidad una manera de plasmar el sello personal del rector sobre su periodo.
Hace unas semanas, ante el inicio del proceso de renovación en los centros universitarios, se había especulado de una verdadera sacudida al interior de la casa de estudios. Algo así como una renovación a fondo. Los resultados al momento, sin embargo, no parecen ser tan radicales. De cinco nombramientos, tres fueron ratificaciones.
Faltan diez nombramientos por hacer, insisto, pero salvo que las señales sean con ánimo de distraer, habrá una combinación de rectores con experiencia previa (no descarte los enroques), y la llegada de universitarios con experiencia en cargos directivos, aunque no sean tan conocidos ante los ojos de la opinión pública.
Y si se revisa con calma, es claro que para la Universidad lo importante es mantener la unidad interna ante la posibilidad de embates del gobierno federal en los meses por venir. No hay posibilidad de comprar, pero la UdeG debe estar atenta a lo que ocurre con la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), cuyas cuentas fueron intervenidas por autoridades hacendarias ante la presunción de que manejaban recursos millonarios irregularmente.
Mantener un equipo sólido en la universidad estatal es un reto para la nueva administración de la UdeG. Y lo que ocurra esta semana es clave para ello.
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