Cuatro. Otro enfoque ante la muerte tiene que ver con quienes enfrentan padecimientos terminales o, como suele denominarse, «de pronóstico reservado». A veces, tanto eufemismo es producto de mentes obtusas que figurarán en la «Enciclopedia de lo políticamente correcto».
En esos casos, cuentan circunstancias que envuelven a cada uno, así como a su entorno. Por ejemplo: ¿la persona fatídicamente diagnosticada, quiere probar todos los métodos o terapias, con tal de seguir viviendo? ¿El paciente no desea acabar troceado, hecho una piltrafa, después de intentarlo todo y, finalmente llegar a la indeseable tumba o crematorio? ¿Los familiares o la pareja le presionan para que luche por todos los medios y que, abandonando todo egoísmo, piense en el dolor que provocará su ineludible partida en sus seres queridos? ¿Un ente angélico o un Dios todopoderoso logrará cerrarle la puerta a la nanomedicina alopática, para salvarle de tan fatídico final, al menos por un tiempo? Aunque nos hechiza deliberar sobre este tipo de circunstancias, es difícil dictar sentencia absolutoria o condenatoria. Sin embargo, ahí está, ahí seguirá esta enmarañada posición.
5) Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que 9.5 % de la población experimenta depresión. Se trata de 350 millones de individuos. Estoy hablando de pacientes diagnosticados clínicamente; no de la pueril expresión que danza por todos lados, cuando escuchamos a muchos jóvenes o adultos diciendo que «están en la depre», sin saber estrictamente de qué están hablando. Hoy, muchas personas tienen como deporte favorito diagnosticar con el popular «método ojimétrico», al tanteo y, por si fuese poco, a miles o cientos de kilómetros de distancia de su involuntario paciente. Son los tiempos que vivimos.
La depresión, abordada seriamente, es un estado patológico que irremediablemente hunde a la persona en la tristeza, en una condición anímica traducida en desesperanza y pesimismo irrefrenable. Poca gente entenderá. Esta enfermedad, diagnosticada por mentes entrenadas, pesa a mares; la vida se vuelve insoportable, así de claro para ellos, e incomprensible para el resto de nosotros. Ante ello, para salir de esa fatigosa pesadez, la ansiada muerte es la felicidad. Pocos lo pueden entender.
Seguiré…
