Fue un 22 de abril de 1992 cuando estalló parte del drenaje del Sector Reforma. Fueron 10 explosiones subterráneas que produjeron 212 muertos contabilizados oficialmente, y más de mil 400 lesionados de todo tipo. Fue un desastre y por consiguiente una tragedia. Ante la indignación, y el hartazgo, cayeron el gobierno estatal y el municipal de Guadalajara. Se levantó un pueblo que buscó convertir a los ciudadanos en el eje central de la vida pública.
Yo era periodista entonces, y trabajaba en el diario Siglo 21. Por cuestiones de logística de la Redacción me tocó quedarme en la oficina el día de las explosiones y al menos dos jornadas más. Era parte de un equipo que recibía y coordinaba la información que compañeros no sólo reporteros, sino de compañeros de áreas como la comercial, administrativa, producción y circulación recopilaban hora tras hora. Se formaron binomios de periodistas con vendedores; de repartidores con fotógrafos; de contadores y secretarias con editores y personal de apoyo de la redacción. Todos salieron a buscar esas historias que luego plasmamos en el diario.
Pero lo que hacíamos en el diario era informar. Quienes realmente dedicaron su tiempo e incluso arriesgaron el físico fueron los ciudadanos de a pie. Las historias recibidas, y lo que luego pude constatar con mis propios ojos, fueron similares a las escuchadas y vistas en la Ciudad de México tras el sismo de 2017. Miles de personas de todas las clases sociales acudieron al rescate de los vecinos del Sector Reforma. Lo mismo se trabajaba con palos y picos, que se removían tierra y escombros a mano limpia. Largas cadenas humanas sacaban cuerpos de personas heridas o fallecidas. Se montaron centros de asistencia médica voluntaria, y centros de distribución de alimentos donados por amas de casa o jóvenes estudiantes. Fue Guadalajara, ese 22 de abril, un verdadero motor de esperanza para el estado y para el país.
La memoria es corta e ingrata; y por desgracia se pierden momentos como esos. Pero el espíritu solidario de la sociedad ante esa tragedia, siempre estará presente en mi mente y en mi corazón.
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