La necesitamos.
Hace algunos días leí un artículo del constitucionalista Diego Valadés, quien analiza los cambios, de forma y de fondo, que han existido desde el año 1917 y que han generado una bella Constitución, con extraordinarias leyes, que no se cumplen por imposibilidad o por omisión voluntaria.
La revisión de nuestra Constitución no será fácil, porque no tiene un eje central, como la de EU, sobre el cual giran las normas y aplicaciones de la ley.
Sin embargo, nos guste o no, es necesario, como dice Muñoz Ledo, modificarla.
Pienso que el régimen de la llamada Cuarta Transformación está dejando a un lado muchas de las obligaciones constitucionales, porque ya no son aplicables, y aunque están gobernando como si estuvieran en el siglo XX, ya los atropelló el siglo XXI y esta incongruencia entre realidad y efecto legislativo, está paralizando muchas actividades del país.
Por supuesto que lo primero que debemos hacer es formar un consejo de notables, auténticos, no comprometidos, que planearan postulados básicos y modernizaran la vieja Constitución, que hemos cambiado en muchas partes y que ya no responde a la realidad.
