A casi tres semanas de la tragedia en Tlahuelilpan la situación no ha mejorado para las familias de las víctimas y para la población en general en la zona del incendio del ducto de Pemex del pasado 18 de enero.
Las intenciones se han quedado únicamente en eso y mientras amigos y personas allegadas a las más de 126 personas fallecidas, hasta el momento por la explosión, están de luto, los apoyos no llegan ni a cuenta gotas.
El presidente municipal Juan Pedro Cruz Frías afirmó que se requerirá de tiempo para poder definir la forma en que se apoyará a la gente damnificada, e incluso reveló que se desconoce al propietario o a los dueños del predio que resultó también con daño ecológico y agrícola, pese a que existían rastros de cultivos, es decir, que alguien lo estaba trabajando.
Los diputados locales aprobaron un recurso de 25 millones de pesos para poder edificar obra pública y dar trabajo a la gente, pero el plan no ha sido presentado.
Se sabe que una situación así debe ser tratada con delicadeza, pero al mismo tiempo con la urgencia y premura de poder sacar adelante a una comunidad que sigue viviendo momentos trágicos desde hace más de 15 días.
De las cientos de organizaciones sociales que existen en Hidalgo, se sabe poco o nada sobre si se han acercado o buscado reunir fondos para familiares; de la famosa cuenta bancaria para apoyar a Tlahuelilpan también se desconoce la forma y el fondo.
Únicamente la Iglesia Católica se ha organizado para poder brindar apoyo moral y en especie en la región, no solo con misas colectivas y sepelios, sino con una colecta que darán directamente a los afectados.
Se espera más del gobierno federal que finalmente fue quien inició la cruzada en contra del robo a ductos de Pemex, de la representación del Ejecutivo nacional en el estado, misma que dicen no sea acercado a la gente.
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