Mariátegui toma la idea de Nación de Renan. No son pocas las veces que Mariátegui repetirá que la Nación es un plebiscito cotidiano. En 1882, precisamente, Renan titulará una conferencia en la Sorbona de París (Francia) con una interrogante desafiante: ¿Qué es una Nación?
En Renan encontramos este clamor desafiante: “’Haber sufrido juntos’; sí, el sufrimiento común une más que el gozo. En lo tocante a los recuerdos nacionales, los duelos valen más que los triunfos; porque imponen deberes; piden el esfuerzo común”.
Renan dirá que “una Nación es, pues, una gran solidaridad constituida por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y de aquellos que todavía se está dispuesto a hacer. Supone un pasado; sin embargo, se resume en el presente por un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida común. La existencia de una Nación es (perdonadme esta metáfora) un plebiscito cotidiano, como la existencia del individuo es una afirmación perpetua de vida”.
“Las naciones sirven a la obra común de la civilización”. En otro párrafo que parece escrito para nuestros días, Renan dirá: “En la hora presente, la existencia de las naciones es buena, inclusive necesaria. Su existencia es la garantía de la libertad, que se perdería si el mundo no tuviera sino una ley y un amo”.
Mariátegui expresó todo lo anterior de distintas formas y a veces parafraseando claramente a Renan. Por ejemplo, dijo: “Sin el indio no hay peruanidad posible. Esta verdad debería ser válida sobre todo para las personas de ideología meramente burguesa”.
En 7 ensayos, su obra principal, afirmará: “En el Perú el problema de la unidad es mucho más hondo”. Y en Peruanicemos al Perú, en una frase dirigida al porvenir, que “el Perú es todavía una nacionalidad en formación”.
Y la silueta de Renan parece estar detrás de la siguiente frase de Mariátegui: “La idea Nación –lo ha dicho un internacionalista– es en ciertos periodos históricos la encarnación del espíritu de libertad”.
