El cansancio constante no es simplemente un síntoma de agotamiento físico; es un mensaje del cuerpo que indica desequilibrios en nuestros hábitos cotidianos. Aunque solemos culpar al trabajo o las responsabilidades, factores como la mala alimentación, el estrés y la falta de actividad física son igualmente responsables de este estado.
Según estudios recientes, el cerebro consume una cantidad considerable de energía, requiriendo un flujo continuo de nutrientes para mantenerse activo. Sin embargo, prácticas como saltear comidas, abusar de la cafeína o pasar largas horas frente a dispositivos electrónicos pueden agotar nuestras reservas. En este artículo, exploramos las principales causas del cansancio y los hábitos que pueden ayudarte a combatirlo.
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Diversos factores influyen en los niveles de energía diarios. Uno de los principales es el estrés, una condición que afecta tanto al cuerpo como a la mente. Según la doctora Nina Vasan, incorporar actividades como la meditación o ejercicios de relajación puede ser fundamental para mitigar sus efectos. Dedicar apenas cinco minutos al día a estas prácticas ayuda a reducir la tensión acumulada.
Otro elemento clave es el consumo excesivo de cafeína. Aunque tomar café puede parecer una solución rápida al cansancio, su abuso genera tolerancia y, en muchos casos, el efecto contrario al deseado. Estudios de la revista Frontiers in Behavioral Neuroscience advierten sobre el impacto de la cafeína en el estado de ánimo y el rendimiento, especialmente en quienes dependen de ella.
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La falta de sueño también desempeña un papel crucial. Descansar menos de las horas necesarias afecta no solo la energía, sino también la concentración y el rendimiento general. Expertos en ritmos circadianos como el doctor Russell Foster recomiendan establecer horarios regulares y limitar el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir para mejorar la calidad del sueño.
Además, los malos hábitos alimenticios, como saltear comidas o hacer ayunos prolongados, tienen un impacto directo en la vitalidad. Una dieta equilibrada que mantenga niveles constantes de glucosa es esencial para el funcionamiento adecuado del cerebro y el sistema nervioso.
Finalmente, el sedentarismo y la deshidratación son enemigos silenciosos. Pasar largas horas sin actividad física y no consumir suficiente agua contribuyen al decaimiento, afectando tanto al cuerpo como a la mente.