En un reciente estudio publicado en la revista científica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, un grupo de investigadores identificó siete estrellas cuyas emisiones infrarrojas presentan patrones inusuales. Estas anomalías podrían ser indicativas de la presencia de megaestructuras espaciales conocidas como esferas de Dyson, diseñadas para capturar la energía de una estrella completa. Este hallazgo, encabezado por el astrofísico Benjamin Zuckerman, representa un avance significativo en la búsqueda de vida extraterrestre y tecnologías avanzadas.
Las estrellas analizadas, entre ellas WISE 1812+2728, ubicada a 500 años luz de la Tierra, y WISE 1627+2530, a 800 años luz, muestran un exceso de radiación infrarroja inexplicable por procesos naturales conocidos. Estas observaciones fueron posibles gracias a los datos recopilados por telescopios como el Wide-field Infrared Survey Explorer (WISE) y el observatorio Gaia, lo que sugiere la posibilidad de actividad tecnológica avanzada alrededor de estas estrellas.
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El concepto de las esferas de Dyson fue propuesto por el físico teórico Freeman Dyson en 1960. Inspirado por la novela de ciencia ficción Star Maker de Olaf Stapledon, Dyson sugirió que una civilización lo suficientemente avanzada podría construir un enjambre de paneles solares alrededor de su estrella madre. Esta estructura capturaría la totalidad de la energía estelar emitida y aseguraría un suministro energético prácticamente ilimitado para una civilización avanzada.
Lejos de ser una cáscara sólida, como popularmente se imagina, una esfera de Dyson consistiría en miles de satélites o megaestructuras individuales que orbitan una estrella. Este diseño permitiría satisfacer las demandas energéticas de una sociedad tecnológicamente avanzada, característica de las civilizaciones tipo II según la escala de Kardashev, una clasificación de civilizaciones basada en su capacidad para aprovechar la energía disponible.
Detectar una esfera de Dyson implica buscar emisiones infrarrojas anómalas, un posible indicador de energía sobrante irradiada por el material que rodea la estrella. En este estudio, los investigadores utilizaron datos del telescopio WISE, especializado en observaciones infrarrojas, y del observatorio Gaia, que mapea las posiciones y características de estrellas en la galaxia.
Los científicos analizaron un patrón recurrente: un exceso de radiación infrarroja que no puede explicarse por procesos naturales como discos protoplanetarios o polvo estelar. Este tipo de emisiones sugiere que podría haber estructuras artificiales capturando la energía estelar. Aunque los resultados son prometedores, los investigadores enfatizan la necesidad de más datos y observaciones detalladas, para lo cual planean utilizar herramientas avanzadas como el telescopio James Webb.
La detección de estas posibles megaestructuras cambia el enfoque tradicional de la búsqueda de vida inteligente. En lugar de buscar señales biológicas, como agua o compuestos orgánicos, los científicos se centran en encontrar firmas tecnológicas, evidencias de actividades artificiales que indiquen la presencia de una civilización avanzada.
Este descubrimiento también amplía la posibilidad de identificar civilizaciones no basadas en la química del carbono, las cuales podrían haber desarrollado tecnologías para superar las limitaciones energéticas de sus planetas. Si estas estructuras resultan ser artificiales, podrían representar un salto en la comprensión de cómo evolucionan las civilizaciones en el universo.
