Desde tiempos inmemoriales, las civilizaciones han construido barreras para proteger sus territorios o controlar el flujo de personas. Mientras la Gran Muralla China es considerada una de las Siete Maravillas del Mundo, el muro de Estados Unidos representa una de las construcciones más controversiales de la era contemporánea. A pesar de sus diferencias históricas y culturales, ambas edificaciones comparten una característica llamativa: su monumentalidad.
El muro estadounidense ha alcanzado secciones con alturas de hasta 9 metros, superando en promedio los 7 a 8 metros de la Gran Muralla China. Sin embargo, estas alturas no solo simbolizan barreras físicas, sino también políticas y sociales que dividen a comunidades enteras.
El muro fronterizo entre Estados Unidos y México es una estructura que ha evolucionado significativamente desde su concepción inicial. A lo largo de los años, el gobierno estadounidense ha reforzado esta barrera con materiales más resistentes y alturas cada vez más extremas. Actualmente, en algunos tramos, la construcción alcanza hasta 9 metros de altura, equivalente a un edificio de tres pisos.
A diferencia de la Gran Muralla China, cuya función principal era proteger el imperio de invasiones extranjeras, el muro de Estados Unidos busca controlar la migración irregular y el tráfico de drogas provenientes de América Latina. Esta barrera, además de su altura, está equipada con tecnología avanzada, como sensores de movimiento, cámaras de vigilancia y sistemas de iluminación nocturna.
Sin embargo, la elevación de esta infraestructura no ha reducido los intentos de cruce. Según informes de hospitales fronterizos, las caídas desde esta altura han causado un aumento alarmante en las muertes y lesiones graves entre los inmigrantes que intentan superar esta barrera.
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Aunque las diferencias entre ambas construcciones son evidentes, también existen puntos en común. La Gran Muralla China, con sus más de 21.000 kilómetros de extensión, fue construida durante varios siglos y bajo diferentes dinastías para proteger al imperio de invasiones extranjeras. Por su parte, el muro fronterizo de Estados Unidos abarca cerca de 1.000 kilómetros de barrera física, con una planificación mucho más reciente y un enfoque centrado en la migración y el contrabando.
En términos de estructura, la Gran Muralla China destaca por sus torres de vigilancia y su adaptación al terreno montañoso, mientras que el muro estadounidense combina barreras físicas con tecnología avanzada. Sin embargo, ambas comparten un impacto social significativo: mientras la muralla china funcionaba como símbolo de poder imperial, el muro fronterizo estadounidense representa un símbolo de políticas migratorias estrictas.
Otro punto clave es el propósito. La muralla china buscaba evitar incursiones militares, mientras que la barrera estadounidense busca frenar la entrada irregular de inmigrantes. No obstante, ambas construcciones han generado divisiones no solo físicas, sino también culturales y emocionales.
Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, ha dejado claro que retomará con fuerza la construcción y ampliación del muro fronterizo. Durante su mandato anterior, uno de sus principales objetivos fue reforzar esta estructura como medida central de sus políticas migratorias.
Entre sus planes para 2025, Trump ha mencionado la necesidad de terminar los tramos inconclusos del muro, así como aumentar los recursos destinados a la vigilancia fronteriza. También ha propuesto endurecer las políticas de asilo, agilizar las deportaciones y aplicar más medidas disuasorias para quienes intenten cruzar ilegalmente desde América Latina.
Estas políticas generan opiniones divididas dentro y fuera de Estados Unidos. Para algunos, el muro representa una solución efectiva ante la migración irregular, mientras que para otros simboliza una barrera que profundiza las desigualdades sociales y económicas en la región.