La implementación del horario de verano en Estados Unidos se remonta a la Primera Guerra Mundial, cuando se adoptó para ahorrar energía. Aunque fue eliminado en 1920, se reinstauró durante la Segunda Guerra Mundial por razones similares. En 1966, el presidente Lyndon B. Johnson firmó la Ley del Tiempo Uniforme, que formalizó esta práctica en todo el país.
El horario de verano en Estados Unidos comenzará el 9 de marzo de 2025, a las 2:00 a.m., cuando los relojes se adelantarán una hora. Esta práctica, que busca maximizar la luz natural, ha sido parte de la vida estadounidense durante décadas, aunque no todos los estados la adoptan.
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Actualmente, 48 de los 50 estados de Estados Unidos observan el horario de verano. Las principales excepciones son Arizona y Hawái, que mantienen el horario estándar durante todo el año. Además, territorios como las Islas Vírgenes, Puerto Rico, Guam y Samoa Americana también están exentos de esta práctica. Las decisiones de estos estados y territorios se basan en consideraciones climáticas y energéticas.
En los últimos años, ha surgido un creciente debate sobre la conveniencia de mantener el horario de verano. El presidente electo Donald Trump ha manifestado su intención de eliminar esta práctica, argumentando que es “inconveniente y costosa para la nación”. Un sondeo de YouGov realizado en 2023 reveló que aproximadamente el 62% de los estadounidenses están a favor de eliminar el cambio de hora, con un 50% de ellos prefiriendo un horario de verano permanente.
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Estudios han mostrado que el horario de verano puede tener efectos diversos en la salud, la productividad y el consumo energético. Mientras algunos informes sugieren una reducción en el uso de energía eléctrica, otros destacan un aumento en los accidentes de tráfico y problemas de salud relacionados con el ajuste del reloj. Estos factores han intensificado el debate sobre la utilidad de mantener o eliminar esta práctica.
Las encuestas reflejan una división de opiniones entre los ciudadanos de Estados Unidos. Una encuesta de AP-NORC en 2021 reveló que el 75% de los estadounidenses están en contra de los ajustes estacionales de hora. De este grupo, una parte significativa aboga por un horario estándar permanente, mientras que otros prefieren mantener el horario de verano durante todo el año.