Marina, la youtuber peruana creadora del canal 'Mandarina con Mate', ha conquistado una gran cantidad de seguidores compartiendo su vida en París, Francia, junto a su esposo e hijas. Sin embargo, en esta ocasión, dejó de lado su característico contenido alegre para abrir su corazón y revelar detalles de su dura infancia en Perú.
En su reciente video hace una especie de catarsis al compartir una parte de su historia más íntima. Con mucha valentía, narró cómo sus padres tomaron la decisión de dejarla en un hogar para niños. “Creo que llegó el momento de contarles cómo ha sido mi infancia”, expresó, mostrando una faceta más vulnerable de su vida.
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Marina recuerda con cariño los momentos en la casa de sus abuelos, las comidas preparadas por su madre y las viajes de su padre, quien trabajaba en Machu Picchu. Aunque creció en una familia humilde en Cuzco, su infancia estuvo llena de felicidad mientras estuvo junto a sus padres.
“Yo era muy feliz de solo tener a mis padres juntos. No me daba cuenta si faltaba económicamente”, expresó la youtuber cuzqueña.
Cuando Marina era pequeña, no percibía la gravedad de la situación familiar hasta que empezó a cuestionarse sobre la ausencia de su hermano mayor. Según relató la creadora de contenido, su padre le comentó que él estaba bien. Pero luego de un tiempo se percató que estaba en un albergue para niños desde hace varios días.
“Mi papá me decía que estaba bien, que estaba en un hogar”, relata.
Inicialmente, ella y sus hermanos acudían al albergue solo para tomar desayuno, pero todo cambió cuando su padre, debilitado por problemas de salud, decidió dejar a todos sus hijos en el hogar. Marina recuerda con tristeza ese momento: “Yo no quería quedarme, pero mi papá me explicó que debía hacerlo porque estaba muy mal de salud y mi mamá no podía sola con nosotros”.
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En el hogar, Marina enfrentó cambios drásticos. “Me cortaron el pelo porque estaba muy desordenado y lleno de piojos”. Aunque recibía buen cuidado, extrañaba a sus padres y "lloraba todas las noches". Con el tiempo, su padre comenzó a trabajar como jardinero del albergue, lo que le permitió verla y abrazarla durante las horas de almuerzo, hasta que un día dejó de ir. Poco después, Marina se enteró que su padre había fallecido.
Tras la trágica noticia sobre la muerte de su progenitor, Marina enfermó gravemente. “Empecé a vomitar sangre y las monjitas me llevaron de emergencia al hospital”. De acuerdo a su relato, ella permaneció internada por casi un año y, al ser dada de alta, tuvo que aceptar su nueva realidad. Poco a poco, el albergue y sus cuidadores se convirtieron en su familia, lo que le permitió encontrar una sensación de paz y estabilidad.