Rusia ha anunciado el derribo de ocho misiles ATACMS lanzados por Ucrania, considerados por Moscú como una grave escalada del conflicto. Estos misiles, suministrados por Estados Unidos, tienen un alcance de hasta 300 kilómetros y representan una capacidad estratégica crucial para Kiev. El Ministerio de Defensa ruso calificó estas acciones como “inaceptables” y prometió una respuesta contundente, lo que intensificaría las tensiones entre Rusia, Ucrania y sus aliados occidentales.
La situación se agrava con las amenazas del presidente ruso, Vladimir Putin, quien ha sugerido el uso de armas avanzadas, incluida la posibilidad de desplegar el misil balístico Oreshnik —con capacidad nuclear— en futuros ataques. Esta medida busca contrarrestar lo que el Kremlin considera un apoyo militar “provocador” de Estados Unidos hacia Ucrania.
Los misiles ATACMS, fabricados en Estados Unidos, son sistemas balísticos tácticos que permiten ataques de largo alcance con alta precisión. Su capacidad para alcanzar objetivos estratégicos a una distancia de hasta 300 kilómetros los convierte en un activo clave para Ucrania en su defensa contra las fuerzas rusas.
El suministro de estos misiles por parte de Estados Unidos, aprobado en noviembre de 2024 por el presidente Joe Biden, responde a la intensificación del conflicto por parte de Rusia. Esta decisión ha sido interpretada por Moscú como un apoyo directo a las acciones militares ucranianas, lo que ha incrementado las tensiones internacionales. “Estas acciones del régimen de Kiev, que cuenta con el apoyo de comisarios occidentales, serán respondidas con represalias”, declaró el Ministerio de Defensa ruso.
El Kremlin ha intensificado sus operaciones militares en represalia, incluyendo ataques aéreos y el uso de drones en varias regiones de Ucrania. En las últimas horas, Rusia lanzó 81 drones, incluidos los modelos Shahed de fabricación iraní, según el Comando de la Fuerza Aérea de Ucrania. Aunque 34 de ellos fueron interceptados, los ataques causaron daños significativos en las regiones de Chernihiv y Sumy.
Además, las defensas rusas destruyeron 72 drones ucranianos en su territorio, incluido uno en la región de Kursk. El gobernador de Leningrado, Aleksandr Drozdenko, destacó el volumen sin precedentes de drones destruidos: “la noche y la mañana del 4 de enero fueron récord”.
En el frente terrestre, las fuerzas rusas han reportado avances en Luhansk, tomando el control de la aldea de Nadiya, y en Donetsk, donde las fuerzas ucranianas enfrentan creciente presión en Pokrovsk.
El apoyo de Estados Unidos a Ucrania con armas avanzadas ha exacerbado las tensiones con Rusia, que considera estas acciones como un intento de Occidente de debilitar su posición en el conflicto. La amenaza de Putin de usar el misil balístico Oreshnik subraya el riesgo de una escalada nuclear, una posibilidad alarmante para la comunidad internacional.
Por su parte, Ucrania teme que el cambio en la administración de Estados Unidos, con la llegada de Donald Trump, pueda alterar el flujo de ayuda militar vital. Trump ha prometido buscar una solución para terminar el conflicto, lo que podría implicar cambios en la estrategia occidental.