Un fin de año más y seguimos esperando que se cumplan los deseos que pedimos la mayoría de peruanos desde hace varios años. En primer lugar, seguimos esperando que el gobierno nacional haya atendido con seriedad y eficiencia todas las consecuencias que la pandemia tuvo para los sistemas de educación y los sistemas de salud de nuestro país.
Además de eso, en los últimos años se ha agravado la situación de los programas sociales. No solamente no se atiende eficientemente a las poblaciones más vulnerables, sino que en los últimos meses hemos sido testigos de graves casos de corrupción al interior de esos tan necesarios programas ¡Qué lejos estamos de que se cumplan nuestros deseos!
Junto a ello, nos preocupa a todos los que investigamos y formamos parte del sistema educativo cómo en nuestra sociedad se ha ido imponiendo una sensación de impunidad. Y eso agrava mucho el proceso de socialización de todos los peruanos, pero en especial de aquellos que están en una etapa de formación, como son los niños, las niñas y los adolescentes.
Esta sensación de impunidad no solamente involucra a las autoridades, a la presidenta de la nación, a los ministros, a los congresistas, sino a otros profesionales que, desde la práctica privada, ejercen influencia sobre la opinión pública.
Especialistas que en los medios de comunicación dicen medias verdades o mienten descaradamente; autoridades que toman decisiones simplemente para ocultar los malos manejos en el Estado; periodistas que ocultan la verdad o la maquillan, hacen que este fin de año los peruanos lo hayamos pasado con cierta indiferencia y sin esperanza de que las cosas cambien.
Para este 2025 que se acaba de iniciar, esperamos que esta desesperanza y esta falta de acción de la ciudadanía adquiera otra forma, bajo un liderazgo que nos convoque a todas las posturas políticas, a todos aquellos que queremos que nuestro país salga de esta crisis tan larga que nos aqueja. Y que todos pongamos interés en las cosas más importantes de la agenda pública y que tienen que ver con el bienestar de la mayoría de los peruanos.
En primer lugar, que se asegure un proceso electoral con instituciones libres e independientes.
En segundo lugar, que el Estado tome acción sobre las medidas necesarias para aliviar la grave crisis que atraviesa tanto el sistema educativo como el sistema de salud. Es necesario un plan nacional de recuperación de aprendizajes. Es necesario poner fin al desmantelamiento de la reforma universitaria. Es necesario que en el 2025 se abran las aulas con un plan genuino para recuperar el tiempo perdido en estos últimos años.
En el sistema de salud, la crisis es todavía mucho más grave, porque después de la pandemia no solamente este sector ha estado en manos poco profesionales, sino que nada se ha hecho para cerrar las brechas de atención, pero sobre todo para hacer frente a los vacíos que nos mostró la atención a las poblaciones durante el último período.
Y sobre todo hay una agenda que es urgente y que está pendiente: la crisis alimentaria.
Esta crisis alimentaria no solamente tiene que ver con la capacidad de las familias para dedicar recursos a la alimentación, sino también con la inacción de los programas sociales dedicados a remediar el hambre y a luchar contra la anemia.
Lo del programa Qali Warma en las últimas semanas es un caso que no solamente nos muestra hasta dónde han llegado los tentáculos de la corrupción, sino que pone en evidencia que nuestros niños no están siendo bien atendidos y que las metas para luchar contra la anemia, la desnutrición infantil, tan necesarias en nuestro país, no se están cumpliendo.
Una vez más esperamos que pasadas las navidades y el Año Nuevo sean los reyes magos quienes nos permitan cumplir, poner en agenda y luchar por estos derechos.