La conexión entre el distrito más poblado del Perú y el Centro Histórico de Lima ha sido una constante preocupación para sus vecinos. San Juan de Lurigancho, con más de un millón de habitantes, requería una solución eficiente para mejorar los tiempos de traslado en el transporte y facilitar el acceso a otras partes de la capital. Esta necesidad impulsó la creación de una infraestructura clave que no solo optimizó la movilidad, sino que marcó un hito en la ingeniería vial de la ciudad.
A pesar de los desafíos técnicos y las fallas geológicas que retrasaron su inauguración, hoy estas vías subterráneas representan una de las opciones más rápidas para evitar la congestión en rutas principales como la avenida Abancay. La obra no solo transformó la experiencia de los conductores, sino que también redefinió la integración urbana entre San Juan de Lurigancho y el Cercado de Lima.
Desde su apertura en 2016, los túneles Santa Rosa y San Martín han jugado un papel crucial en la integración de Lima. Estas vías, construidas en paralelo, permiten un tránsito más fluido entre SJL y el Centro Histórico, reduciendo considerablemente los tiempos de viaje y descongestionando arterias principales como la avenida Abancay. El túnel Santa Rosa conecta desde la avenida Prolongación Tacna hacia San Juan de Lurigancho, mientras que el túnel San Martín opera en el sentido opuesto, desde la avenida Lima.
Ambos túneles cuentan con una longitud de 243.88 metros y una calzada de 11.08 metros de ancho, lo que asegura el flujo vehicular en un solo sentido. Sin embargo, su impacto trasciende las cifras: estos corredores se han convertido en una alternativa importante para más de un millón de ciudadanos que transitan diariamente por ellos.
La construcción de los túneles Santa Rosa y San Martín no estuvo exenta de retos. En 2011, un derrumbe de 30 metros en el túnel Santa Rosa paralizó las obras durante cuatro años. Este incidente, que generó más de 2.600 m³ de escombros, obligó a reforzar las bóvedas y estabilizar las laderas para garantizar la seguridad de la infraestructura.
En 2013, el túnel San Martín enfrentó un nuevo obstáculo cuando el desprendimiento de 800 m³ de rocas en su ingreso, debido a fallas geológicas no detectadas, ocasionó retrasos adicionales. Estos desafíos técnicos fueron superados con estudios y reforzamientos que culminaron en una segunda etapa de construcción bajo la gestión del exalcalde Luis Castañeda Lossio.
Con el paso del tiempo, la infraestructura de los túneles comenzó a mostrar desgaste, incluyendo baches, grietas y problemas de iluminación. Para abordar estas deficiencias, la Municipalidad Metropolitana de Lima, a través de Emape, anunció un plan de remodelación que incluye:
El proyecto abarcará 34.695 m² desde la avenida Rímac hasta la avenida Alcázar, en el Rímac, y se ejecuta desde el 10 de octubre de 2024 hasta el próximo 4 de enero de 2025.