Un equipo internacional liderado por arqueólogos de la Freie Universität de Berlín descubrió en Siberia una fortaleza de 8.000 años de antigüedad. El yacimiento, ubicado en un promontorio sobre el río Amnya, Según el profesor Henny Piezonka, quien lidera la investigación, "este hallazgo demuestra que los cazadores-recolectores de la Edad de Piedra construían estructuras defensivas complejas mucho antes de lo que se pensaba".
El descubrimiento confirma que estas comunidades eran más avanzadas de lo que sugieren los registros arqueológicos tradicionales. La fortaleza más antigua del mundo, según los investigadores, fue construida con una planificación detallada, el uso de recursos significativos y un notable nivel de organización.
Este hito arquitectónico evidencia el avanzado conocimiento técnico y la capacidad colectiva de las sociedades antiguas para coordinar grandes proyectos. Además, refleja su comprensión estratégica de la defensa y la importancia de proteger sus asentamientos.
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Esta estructura defensiva, situada en un bosque remoto de Siberia, evidencia el esfuerzo colectivo de una sociedad prehistórica para protegerse. Según los arqueólogos, la construcción tenía muros robustos y estaba estratégicamente emplazada para controlar el acceso a una zona vital.
El río Amnya, junto al cual se descubrió la fortaleza, no solo era una fuente de sustento, sino también un eje clave de supervivencia. Este hallazgo sugiere que las comunidades cazadoras-recolectoras estaban dispuestas a defender agresivamente sus territorios, un comportamiento que se asociaba históricamente con sociedades agrícolas posteriores. La antigüedad y el diseño innovador de la estructura también destacan su unicidad, superando en siglos a otras fortificaciones europeas conocidas.
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La principal función de la fortaleza era salvaguardar recursos críticos. Los investigadores han identificado que las aguas pesqueras del río Amnya eran el recurso más valioso, dado que proporcionaban alimento durante todo el año. Además, los habitantes de esta sociedad prehistórica cazaban alces y renos con herramientas de piedra y hueso, reflejando un alto grado de destreza artesanal.
El descubrimiento indica que estas comunidades no solo cuidaban sus bienes materiales, sino que también preservaban su cohesión grupal. La evidencia desafía teorías previas que sostenían la ausencia de conflictos entre los cazadores-recolectores. Si se confirma, este hallazgo podría transformar la comprensión de las dinámicas sociales de la Edad de Piedra y destacar a estas comunidades como pioneras en el desarrollo de sociedades complejas.