Cuando un niño repite el año escolar, el impacto trasciende las notas y afecta directamente a su autoestima, las dinámicas familiares y la percepción que tiene de sí mismo. Este hecho puede ser visto como un obstáculo para algunos padres o como un motivo de culpa para otros, pero los especialistas enfatizan que, más allá de las calificaciones, lo que importa es entender las razones detrás del bajo rendimiento.
El psicólogo Javier Echevarría asegura que repetir el año ya es una consecuencia en sí misma y que imponer castigos adicionales solo intensifica el problema. En su lugar, propone analizar el entorno del estudiante, comprender las razones detrás de la situación y actuar para brindar el apoyo necesario. Repetir el año no debe ser sinónimo de fracaso, sino un paso hacia la mejora integral del niño.
El uso de castigos severos como respuesta al bajo rendimiento académico puede generar más daño que beneficio. Según Echevarría, medidas como limitar actividades recreativas, imponer sanciones estrictas o reprochar constantemente a los hijos no resuelven las causas del problema, sino que profundizan el impacto emocional y afectan la relación familiar.
La clave está en transformar esta experiencia en una oportunidad de aprendizaje conjunto. En lugar de centrarse en sanciones, los padres deben priorizar la comunicación, el entendimiento y el compromiso para solucionar los problemas de fondo. Un enfoque empático no solo mejora la autoestima del niño, sino que también fortalece su confianza para afrontar nuevos desafíos.
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Detrás del término “vagancia” que algunos utilizan para justificar el bajo rendimiento escolar, se esconden problemáticas más profundas. Estas pueden incluir falta de hábitos de estudio, métodos de enseñanza poco efectivos, déficit de atención, desmotivación o incluso problemas emocionales como la ansiedad o la depresión.
Es fundamental que los padres analicen tanto las rutinas como el entorno de sus hijos. ¿Hay suficiente apoyo en casa? ¿El niño tiene un espacio adecuado para estudiar? ¿La metodología educativa de su colegio responde a sus necesidades? Entender estas cuestiones es esencial para implementar soluciones efectivas. Echevarría subraya que los padres también deben asumir su responsabilidad. La participación activa en la vida académica de los hijos no solo refuerza su sentido de compromiso, sino que también les ofrece una red de apoyo incondicional.
Una vez identificadas las causas detrás del bajo rendimiento, es momento de actuar con un plan estructurado y realista. Estas acciones pueden marcar una diferencia significativa en el desarrollo académico y emocional del niño:
Estos pasos no solo ayudan al niño a mejorar académicamente, sino que también promueven un entorno familiar de apoyo y crecimiento conjunto.
Repetir un año escolar no define el futuro de un niño. En cambio, representa una oportunidad para reflexionar, aprender de los errores y fortalecer habilidades clave como la resiliencia y la responsabilidad. Los padres tienen el deber de transformar esta experiencia en un punto de inflexión positivo.
En lugar de enfocarse en los errores del pasado, es momento de construir un plan sólido que permita al niño superar sus dificultades y prepararse mejor para el futuro. Con paciencia, empatía y el acompañamiento adecuado, esta etapa puede convertirse en una experiencia enriquecedora que fomente tanto el crecimiento académico como el emocional.