Jefferson Farfán sorprendió al revelar los desafíos que enfrentó para invertir en el terreno donde hoy se ubica su centro comercial KM40 en Punta Hermosa. Las dudas iniciales y un pasado problemático de la zona marcaron su decisión.
Tras un fracaso empresarial en Turquía, el exfutbolista peruano estaba reacio a invertir nuevamente. Sin embargo, una propuesta liderada por su madre, Doña Charo, lo hizo considerar una ambiciosa apuesta. La zona tenía antecedentes que generaban incertidumbre, pero su visión empresarial y familiar terminaron por inclinar la balanza a su favor.
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El terreno donde se levanta el centro comercial KM40 no era propiedad de peruanos, sino de ciudadanos españoles, lo que inicialmente generó recelo en Farfán. “Ese lugar pertenecía a dos o tres españoles, y lo compré con mucho dolor, porque recordaba que en algún momento un huaico pasó por esa área”, confesó. Las memorias de desastres naturales en la zona incrementaron sus dudas sobre la inversión.
Además, Jefferson Farfán cargaba con el peso de un negocio fallido en Turquía, donde perdió todo debido a la pandemia. “Me agarró la pandemia en Rusia, perdí todo, el dolor y sufrimiento fue duro”, recordó. Sin embargo, Doña Charo lo animó a superar sus miedos y confiar en que esta inversión sería clave para asegurar el futuro de sus hijos. “Este proyecto ahora es una realidad y de verdad tengo mucha felicidad, porque yo ya no pienso en mí, sino en mis hijos. Quiero dejar un legado”, señaló emocionado.
Jefferson Farfán también destacó que su historia puede motivar a muchos jóvenes a perseguir sus metas. "No quiero ser un ejemplo, pero creo que sí puedo ser un referente para muchos chicos que venimos de abajo y que queremos lograr nuestros sueños", afirmó.
A través de KM40, el exfutbolista busca no solo asegurar el futuro de su familia, sino también demostrar que los grandes retos pueden superarse con trabajo y confianza en las personas indicadas.