El Canal de Panamá, una de las rutas comerciales más importantes del mundo, se ha convertido en el epicentro de un nuevo choque diplomático. Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, amenazó con reclamar el control del canal, calificándolo de un "activo nacional vital" y criticando las tarifas cobradas por Panamá.
En respuesta, China respaldó abiertamente a Panamá. Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, aseguró que "el canal es una gran creación del pueblo panameño" y subrayó que su país siempre ha apoyado la justa lucha de Panamá por mantener la soberanía sobre esta infraestructura estratégica.
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Trump declaró que las tarifas del canal, consideradas "exorbitantes", perjudican los intereses de Estados Unidos y advirtió sobre una supuesta influencia china en su gestión. Sin embargo, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, rechazó categóricamente estas acusaciones, asegurando que "el canal es panameño y seguirá siendo panameño".
Por su parte, Mao Ning reiteró que China respeta la soberanía panameña y recordó las manifestaciones de apoyo en su país durante la década de 1960, cuando Panamá luchaba por el control de esta importante vía fluvial. La funcionaria también destacó que el canal es una "vía internacional permanentemente neutral" que beneficia al comercio mundial y la conectividad global.
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El Canal de Panamá permite el tránsito de aproximadamente el 6 % del comercio mundial, conectando los océanos Atlántico y Pacífico. Esta vía interoceánica, inaugurada por Estados Unidos en 1914, se considera un pilar para la infraestructura estratégica y la economía global.
Panamá asumió el control completo del canal el 31 de diciembre de 1999, según los Tratados Torrijos-Carter firmados en 1977. Desde entonces, ha gestionado la infraestructura de manera eficiente, con ingresos provenientes de tarifas que financian el desarrollo nacional.
