El gobierno de Estados Unidos anunció una investigación para determinar si China utiliza tácticas anticompetitivas en la industria de semiconductores con el objetivo de consolidar su dominio en el mercado global. Gina Raimondo, secretaria de Comercio, advirtió que cerca de dos tercios de los productos estadounidenses dependen de chips fabricados en China, una situación que podría comprometer la seguridad económica y la competitividad del país.
La Oficina del Representante Comercial de la Casa Blanca (USTR, por sus siglas en inglés) liderará el estudio, que evaluará si las políticas de Pekín han generado una dependencia peligrosa en la cadena de suministro global de semiconductores. Esta investigación coincide con el impulso del gobierno estadounidense para revitalizar su industria tecnológica mediante la Ley Chips, un ambicioso plan de 52.000 millones de dólares diseñado para fortalecer la producción local de estos componentes críticos.
Frente a la creciente influencia de China, Estados Unidos ha tomado medidas para fortalecer su posición en la industria de semiconductores. La Ley Chips, aprobada en 2022, es un pilar central de esta estrategia, al proporcionar subvenciones para fomentar la construcción de fábricas y el desarrollo de nuevas tecnologías en suelo estadounidense. Este esfuerzo busca reducir la dependencia de proveedores extranjeros y garantizar la estabilidad de la cadena de suministro.
Katherine Tai, representante de la USTR, señaló que las prácticas de China, que incluyen precios artificialmente bajos y un rápido aumento en la capacidad de producción, afectan la competitividad de las empresas estadounidenses y amenazan la estabilidad del mercado global. “Las políticas de Pekín no solo distorsionan el comercio, sino que también ponen en peligro la industria tecnológica en Estados Unidos”, afirmó Tai.
Además, la investigación se centrará en los semiconductores "maduros", utilizados en una amplia gama de productos, desde equipos médicos hasta automóviles y redes de comunicación. Este enfoque refleja la importancia estratégica de estos componentes en el día a día de las industrias clave.
China respondió con firmeza a las acciones de Estados Unidos, acusándolo de politizar los intercambios comerciales y tecnológicos. En un movimiento estratégico, Pekín restringió la exportación de metales raros como el galio y el germanio, materiales esenciales para la producción de semiconductores avanzados. Estas medidas, anunciadas en diciembre, representan un desafío directo para las cadenas de suministro estadounidenses y europeas.
La limitación en el acceso a estos recursos podría ralentizar proyectos tecnológicos críticos en Occidente, afectando especialmente a sectores como la inteligencia artificial, la energía renovable y las telecomunicaciones. Este tipo de represalias subraya la interdependencia global en la fabricación de semiconductores y los recursos que la sostienen, aumentando las tensiones en la guerra tecnológica entre ambas potencias.
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La escalada de tensiones entre Estados Unidos y China tiene un impacto profundo en países terceros que dependen de la cadena de suministro de semiconductores. Regiones como Europa, América Latina y Asia emergente enfrentan incertidumbre en el acceso a chips y materiales críticos debido a las restricciones y políticas proteccionistas.
Por ejemplo, la industria automotriz y de telecomunicaciones, altamente dependiente de semiconductores, ya ha reportado interrupciones en su producción por la escasez de estos componentes. Además, las economías más pequeñas, que dependen de la importación de tecnología avanzada, se ven amenazadas por el riesgo de quedar fuera de los flujos comerciales principales en este enfrentamiento geopolítico.
La guerra tecnológica no solo afecta a las grandes potencias, sino que también redefine las dinámicas del comercio global, dejando a países en desarrollo en una posición vulnerable frente a la volatilidad del mercado.