El envejecimiento humano no ocurre de forma lineal como se pensaba. Un reciente estudio de la Universidad de Stanford, divulgado en la revista Nature, identifica dos etapas críticas en la vida donde este proceso se acelera. Los hallazgos, basados en el análisis de más de 135 000 moléculas de 108 personas, revolucionan la comprensión sobre cómo envejecemos y abren la puerta a nuevas recomendaciones para mantener la calidad de vida.
Durante estas edades, el cuerpo experimenta transformaciones importantes en el sistema inmunitario, la salud cardiovascular y el metabolismo. Entre los factores observados se encuentran alteraciones en la metabolización de lípidos y cafeína, así como el incremento de problemas musculares y óseos. Según los científicos, estas etapas ofrecen una oportunidad para implementar estrategias que reduzcan el impacto del envejecimiento en el organismo.
El estudio, liderado por Xiaotao Shen y Michael Snyder, analizó exhaustivamente muestras de sangre, saliva, piel y otros tejidos. Los resultados demostraron que a los 44 años se presentan cambios en moléculas vinculadas a enfermedades cardiovasculares, junto con una disminución en la capacidad del cuerpo para procesar alcohol y grasas. Estas transformaciones también coinciden con el inicio de un declive muscular más pronunciado.
A los 60 años, el panorama se complica con alteraciones significativas en el sistema inmunitario, el metabolismo de carbohidratos y la función renal. Los investigadores enfatizaron que estos cambios afectan tanto a hombres como a mujeres, aunque el contexto hormonal puede desempeñar un papel adicional en las mujeres durante la menopausia. Además, señalaron que el estilo de vida, como el consumo de alcohol o la actividad física, influye en la magnitud de estos efectos.
Los hallazgos subrayan la importancia de adoptar hábitos saludables desde edades tempranas. Incrementar la actividad física en los periodos de mayor pérdida muscular, especialmente en la mediana edad, es crucial para contrarrestar el deterioro. Asimismo, mantener una dieta equilibrada puede mejorar la función metabólica y prevenir enfermedades relacionadas con el envejecimiento acelerado.
Los investigadores sugieren personalizar los tratamientos médicos según las etapas del envejecimiento. Por ejemplo, en los 40, se podrían priorizar estrategias para fortalecer el corazón y mejorar la digestión de grasas, mientras que a los 60, sería esencial enfocarse en reforzar el sistema inmunitario y proteger los riñones. Este enfoque individualizado podría marcar una diferencia significativa en la calidad de vida de las personas mayores.
