En motivo al esperado enfrentamiento entre Mike Tyson y Jake Paul en Netflix, recordamos uno de los momentos más controvertidos en la historia del deporte. Ocurrió el 28 de junio de 1997 con una revancha prometedora entre 'Iron Mike' y Evander Holyfield, dos de los más grandes boxeadores de su época. No obstante, este combate terminó en controversia y escándalo, marcando a ambos púgiles en formas que aún persisten hoy en día.
Más de 20 años después, la pelea ya no es tan recordada por el talento de ambos boxeadores, sino más por el escándalo que se generó luego de que Tyson mordió la oreja de su oponente durante el tercer asalto de su pelea. Este incidente generó una ola de reacciones, marcó la carrera del primero y transformó su imagen pública en todo el mundo.
El contexto de la pelea era intenso. Evander Holyfield había derrotado a Mike Tyson en su primer enfrentamiento en 1996, lo que encendió la chispa de la revancha. Ambos boxeadores querían demostrar su supremacía en el ring, y Tyson, conocido por su agresividad y sus rápidas victorias por nocaut, buscaba recuperar su reputación. Sin embargo, la revancha del 97 tomó un giro inesperado que asombró a millones de espectadores y desató una tormenta mediática que persiste en la memoria del deporte hasta el día de hoy.
Desde el inicio de la pelea, Holyfield poseía una estrategia defensiva efectiva que lograba neutralizar los ataques de su rival. Sin embargo, Tyson lo acusó de utilizar tácticas antirreglamentarias, como cabezazos que, según él, los árbitros no sancionaban. La frustración de 'Iron' creció al ver que su estrategia no le daba resultados y perder dominio en el ring una vez más.
Fue en el tercer asalto cuando Mike Tyson, en un acto de furia y desesperación, mordió la oreja derecha de Evander Holyfield, arrancando un pedazo de cartílago. Aunque la pelea continuó brevemente, Tyson volvió a morderle la oreja por segunda vez en el mismo asalto, lo que finalmente llevó al árbitro a descalificarlo y poner fin a la contienda.
El incidente no solo manchó la carrera de Mike Tyson, sino que también le costó caro en términos deportivos y económicos. En primer lugar, la Comisión Atlética del Estado de Nevada actuó rápidamente, suspendiéndolo de manera indefinida y aplicándole una multa de 3 millones de dólares, además de otros cargos relacionados con la pelea. Esta suspensión fue un golpe duro para el deportista, quien también perdió su licencia de boxeo y tuvo que realizar varias apelaciones para poder volver a pelear.
En segundo lugar, Tyson enfrentó a un intenso rechazo por parte de los medios, quienes lo describieron como el “villano”. Este episodio no solo afectó su reputación, sino que también dejó un daño en su carrera profesional, ya que le tomó años recuperar parte del respeto y el interés del público. Por supuesto, la mordida pasó a ser un estigma, y tuvo que lidiar con las críticas que no solo venían de los medios, sino también de fanáticos del boxeo que consideraban su acto como una traición al deporte.
A pesar de la gravedad del incidente, ambos boxeadores lograron dejar atrás el rencor y, con el tiempo, se amistaron. Esta reconciliación, que se fortaleció con los años, sorprendió a muchos y mostró un lado más humano de ambos pugilistas, quienes demostraron que incluso en un deporte tan competitivo como el boxeo, era posible dejar el pasado atrás.