El artista arequipeño Felipe Coaquira expone hasta el 5 de enero del 2025 una muestra individual, Ángeles y demonios, que reúne 33 obras de arte textil, en el Museo Central (Mucen) del Banco Central de Reserva del Perú. El presente trabajo, caracterizado por el formato mediano y grande, viene seduciendo al público no solo por la técnica textil empleada, sino porque cada una de estas obras, proyectan, en primer lugar, una narrativa lineal que propicia la especulación del espectador de turno (formando su propia narrativa de la obra); y, por otro lado, una amalgama de referencias que van entre la cosmovisión andina y la actualidad.
Pero acaso en estos factores ¿descansa el impacto de Ángeles y demonios? Si había una exposición que se esperaba, era precisamente esta. En el 2022, Coaquira obtuvo el decimotercer Concurso Nacional de Pintura del BCRP con una pieza que a la fecha se ha vuelto antológica: “Historia de sonata del reyno Viringo”. En aquella ocasión, el artista arequipeño ofreció un mural que revelaba las costumbres de los pueblos del sur y puso de manifiesto una técnica textil, si bien no novedosa o recién descubierta, que transmitía una vialidad a cuenta de la configuración de sus personajes. Coaquira te revelaba un mundo de intenso color, densidad y textura, gracias al hilo y, sobre todo, a su humanidad que no le era ajena a la ironía y el humor.
“Hace unos días, hicimos una visita guiada por la exposición. Hay una obra que se llama “Matrimonio”. Una señora me dijo, tras lo que vio, que la representación era del sur del país, que lo era, pero también conté que durante buen tiempo me he desempeñado como músico de eventos. Toco el bajo. Haber sido músico me permitió recorrer el sur y toqué también por años en Chile. Tocaba cumbia y música latinoamericana. Hay una mirada mía personal en mi obra, aunque trato que no sea la que se imponga. Esa obra lo inspira un hecho real. Nos contratan para tocar en Moquegua. Era un matrimonio. Normalmente, en los matrimonios hay mucha gente, pero en este caso no había la gente que se esperaba. Solo estaban los que se casaban, los padres y dos o tres niños. Pero nosotros llegamos y estábamos esperando a que llegara más gente. Había otra banda también y nos turnábamos. Para mí fue raro, nunca había tocado ante poca gente. Pero ellos la pasaban bien. Ahora no sé si el tema se debía a si los hijos se habían ido a otro país, pero seguían manteniendo esa costumbre independientemente de que no haya personas. Era un pueblo pequeño, con tres o cuatro casas. Era una manera de mantener sus costumbres”, declara Coaquira para La República.
Coaquira estudio artes plásticas en Bellas Artes de Arequipa. Coaquira conoce la tradición plástica peruana, pero encontró en el hilo la potencia que requería como autor para poder expresarse.
“Sentí que con el arte textil me podía expresar de una manera distinta, como pintar acuarela, pero con hilo. En Puerto Montt llevé un taller de telar. Vi cómo realizaban sus telares en el lienzo y me dije esto lo vi hacer a mi abuelita cuando era niño”.
La presencia del trabajo de Coaquira se da en un contexto en donde el arte textil viene ejerciendo un sólido protagonismo. “Esta tradición tiene más de 600 años. Trabajo con hilo de costura, que es el hilo más difícil de trabajar, busco la esencia de su gramática. Puedo quedarme horas concentrado mientras hago mis óleos y acuarelas con hilo. No me siento tranquilo cuando obra no refleja lo que quiero comunicar”.
En el texto curatorial, el destacado crítico Jorge Villacorta indica que Coaquira “combina componentes tradicionales y elementos de ficciones personales en obras de sesgo fuertemente figurativo, respetuoso del relato y las relatorías”.
Quizá la inquietud parezca sencilla. En cada obra, el arequipeño cuenta una historia, pero a diferencia de otras obras de carácter mimético, en las que vemos una crítica social principalmente, lo que busca este artista “es llamar la atención a lo que pasa en el interior del país, si mi arte puede contribuir a que se mire más lo que hay, me alegra, pero como artista busco una integración, un diálogo cultural. Si presento crítica en mi obra, lo hago de manera jocosa, burlesca, creo que de esa manera puedo expresarme mejor. Busco que mis personajes reflejen una personalidad. No voy a negar que mi obra está siendo reconocida, pero estar acá es producto de una decisión. En el 2015 regresé con mi esposa de Chile, en donde nos iba bien. En el 2022 gané el premio de pintura del BCRP y en Ángeles y demonios muestro el trabajo de los dos últimos años”, dice Coaquira con la seguridad de quien acaba dar un paso firme en su trayectoria.
“Perú tiene una identidad que debemos aprovechar. Pienso en los artistas más jóvenes”, finaliza Coaquira, el artista de una de las exposiciones más compactas del 2024. Véanla.