El próximo 5 de noviembre, los ciudadanos estadounidenses decidirán entre dos candidatos con posturas opuestas en política exterior hacia China: Kamala Harris, candidata demócrata y actual vicepresidenta, y el republicano Donald Trump, quien ya inició una intensa "guerra comercial" contra China durante su mandato. Con ambos partidos compartiendo el objetivo de restringir la expansión de China, las diferencias en sus enfoques podrían influir en la respuesta de Beijing y en la conveniencia de cada candidato para los intereses chinos.
Aunque Harris podría continuar con la política de contención de su predecesor, Joe Biden, expertos señalan que su postura aún no es totalmente clara. Por otro lado, Trump ha prometido tomar medidas más severas, incluyendo la imposición de aranceles drásticos si China intensifica su postura sobre Taiwán. En este contexto, ¿quién sería más beneficioso para China en un escenario político complejo y con tensiones crecientes?
La candidatura de Kamala Harris plantea varias preguntas sobre su política exterior hacia China. Como actual vicepresidenta, ha respaldado las sanciones impuestas por la administración Biden a las importaciones chinas, enfocándose en la competencia tecnológica y comercial. Sin embargo, sus declaraciones han sido más moderadas y diplomáticas en comparación con las de su rival.
La postura de Harris sugiere una continuidad de las políticas actuales, como los aranceles impuestos a productos chinos y la limitación del acceso de China a tecnologías críticas, en especial aquellas relacionadas con semiconductores. Estas restricciones buscan frenar el avance de China en sectores clave. Diao Daming, subdirector del Centro de Estudios Americanos de la Universidad Renmin en Beijing, señaló en declaraciones a DW que, de ganar Harris, es probable que la competencia estratégica continúe, aunque su enfoque podría ser menos confrontativo que el de Trump.
Donald Trump se muestra decidido a endurecer aún más la política exterior hacia China, una postura que marcó su primer mandato y que, según afirma, retomaría de ganar la presidencia. Ha prometido imponer aranceles del 200% sobre productos chinos si China intensifica sus actividades hacia Taiwán, así como aranceles de entre 10% y 20% sobre casi todas las importaciones. Estas medidas buscan fortalecer la fabricación estadounidense y reducir la competitividad china en el mercado global.
En una reciente entrevista con el Wall Street Journal, Trump comentó que el presidente Xi Jinping "sabe que estoy... loco", en alusión a su determinación de frenar las ambiciones de China. Para China, esta política económica agresiva representaría nuevos desafíos, especialmente en el contexto de la actual inestabilidad global.
Las opiniones de los analistas sobre quién podría convenir más a China varían. Wu Qiang, comentarista chino y exprofesor de la Universidad Tsinghua, opinó que Trump podría ser una opción favorable para Beijing, ya que un nuevo mandato suyo podría profundizar las divisiones internas en Estados Unidos y promover un tipo de aislacionismo. Según Qiang, esta fragmentación podría debilitar la estrategia de contención contra China, lo que Beijing vería como una oportunidad.
No obstante, Elizabeth Freund Larus, del Atlantic Council, opina que Trump podría verse obligado a fortalecer alianzas en Asia, en lugar de distanciarlas, debido a los cambios geopolíticos desde su primer mandato. En este sentido, una presidencia de Kamala Harris podría significar para China un enfoque más predecible, aunque también menos agresivo. A diferencia de Trump, Harris ha mostrado menor disposición a asumir riesgos, por lo que es probable que sus políticas hacia Taiwán y otras cuestiones críticas mantengan un tono más reservado.
Mientras Biden y su administración han impulsado una comunicación diplomática con Beijing, incluyendo una cumbre entre ambos líderes en 2023, Harris podría seguir esta línea. Sin embargo, cualquier cambio en la relación entre China y Estados Unidos dependerá de las decisiones del próximo ocupante de la Casa Blanca y de cómo gestione la compleja red de alianzas en Asia, que incluye a países como Japón, Filipinas, Australia e India.