El mérito de Juan Acevedo es haber nacionalizado la caricatura, haberla llevado al terreno de la política, construyendo una narrativa que ha calado hondo en el alma popular, que se apropió del Cuy y de sus entrañables personajes.
Ese mérito sigue incólume porque Acevedo jamás cedió terreno al poder efímero de los Gobiernos y mantuvo su identidad, aun a costa de los dudosos reconocimientos que pueden derivar de estas relaciones.
Lo ocurrido con la Casa de la Literatura guarda plena relación con esta vocación popular y rebelde de Juan Acevedo, quien tantas simpatías ha cosechado. Fue designado el ganador del premio 2024, se hizo un anuncio informal y se celebró la decisión. No obstante, mediante una comunicación se dejó sin efecto la premiación y se atribuyó el despojo a un trámite burocrático.
La razón que imponen el Minedu y su ministro adulador, Morgan Quero, no tiene asidero. El fondo es la crítica constante que ha mantenido Juan Acevedo desde la caricatura al remedo de Gobierno de Dina Boluarte, que todos sufrimos.
No es la primera y obviamente no será la última utilización de la cultura con fines tan protervos.
Desde que se instauro el régimen, una y otra vez se han producido vejámenes contra la libertad de creación y de pensamiento.
El Cuy, como esperamos, seguirá vivo y presente en el alma popular. Saludamos a Juan Acevedo y lo consideramos el legítimo premiado. Ya vendrán tiempos mejores para la cultura y todas las expresiones del arte en el país. Confiamos en el futuro y en la vigencia de las libertades que solo la democracia promueve, respeta y defiende.
