(*) Por Sofía Carrillo Zegarra. Periodista y Gerente Social. Activista afroperuana, antirracista. CEO de ENVisibles SCZ.
Hace unas semanas generó indignación pública que un grupo de estudiantes universitarios de Derecho se mofaran durante un cumpleaños, del asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd. Ellos no tuvieron mejor idea que hacer una torta con el rostro de la víctima del asesinato racista de la Policía estadounidense, ocurrido en el 2020. La “celebración” difundida por redes sociales fue noticia nacional e internacional y fue catalogada, de manera casi unánime, como racista. Sin embargo, después del revuelo noticioso ¿qué ha sucedido?, ¿hay cambios para evitar que hechos similares y racistas no ocurran en ningún espacio educativo?
Los grupos de estudiantes y egresados de la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP), “AFROPUCP” y “Raíces PUCP”, organizaron un conversatorio que convocó a expertos, académicos y activistas afrodescendientes y no afrodescendientes; lo que permitió compartir una serie de reflexiones sobre lo ocurrido con los estudiantes de Derecho. Días antes, ya las autoridades de la Universidad habían anunciado investigación y sanciones para los alumnos comprometidos en el acto racista que tuvo como protagonista al desaparecido George Floyd. No obstante, esto no es suficiente para asumir que ésta y todas las universidades del país tienen una apuesta epistémica para eliminar el racismo y todas sus manifestaciones. Explicamos porqué.
Empezamos reconociendo que, aunque estamos en pleno siglo XXI, los procesos coloniales no culminaron con la independencia y que la sociedad actual se configura en base a las jerarquizaciones étnico-raciales y de clase, sumadas a las de género y otras identidades y condiciones que son causas de opresión y discriminación en la sociedad.
El sociólogo peruano Aníbal Quijano propone la colonialidad del poder que permite derivar en la colonialidad saber. La colonialidad como la lógica que subyace al colonialismo (Restrepo, Arturo), se mantiene hasta la actualidad y se evidencia en distintos estamentos, incluyendo la academia. Por tanto, en todos los niveles educativos, incluyendo el superior, se deben impulsar políticas institucionales y construcción de una episteme que deje de entender el mundo desde una mirada eurocéntrica y universal, sin valorar el conocimiento de los pueblos originarios y afrodescendientes.
El desmontar el racismo desde las universidades implica una diversificación de los saberes, provenientes de distintos pueblos, etnias y culturas. Lo que tenemos aún en nuestra educación es la evidencia de un racismo epistemológico que impide abordajes sobre la urgencia de eliminar brechas socioeconómicas, y permite que los estudiantes no problematicen el racismo de manera sostenida lo cual se evidencia en sus conductas. Además, dificulta la posibilidad de reconocer la importancia de la pluralidad epistemológica para entender que el conocimiento proveniente desde el occidente y de los grupos blanco-mestizos no son superiores que el de los grupos racializados.
Urge un Estado (porque el cambio debe darse en todos los niveles educativos) y una academia, que apueste por un diálogo horizontal y descolonizador, para así decir que empezamos una lucha antirracista desde las universidades, de lo contrario lo hecho, solo será un conjunto de buenas intenciones sin mayor trascendencia. Descolonizar la academia, es lo que necesitamos.