A medida que se termina el otoño y las horas de luz natural disminuyen, los texanos se preparan para el horario de invierno este 2024. Este ajuste, conocido en inglés como Daylight Saving Time (DST), se implementa anualmente en casi todos los estados de Estados Unidos, con el objetivo de maximizar la luz solar disponible durante las mañanas y reducir el consumo energético. Esta práctica, vigente desde 1966, forma parte de una estrategia nacional para optimizar el uso de recursos naturales y ajustar las actividades cotidianas a las variaciones estacionales.
Aunque la mayoría de los estados, incluido Texas, siguen esta normativa, existen algunas excepciones notables que no participan en el cambio de horario. La política del DST ha generado debates a lo largo de los años, pero su aplicación en Texas se mantiene firme para garantizar que, durante los meses de invierno, las horas de luz se ajusten de manera efectiva a las necesidades diarias de millones de personas en el estado, especialmente en términos de actividades laborales y rutinas diarias.
En 2024, el cambio de hora en Texas se llevará a cabo el domingo 3 de noviembre, tal como lo establece la normativa federal en Estados Unidos. Durante esa madrugada, los relojes deben atrasarse una hora, exactamente a las 2 a.m., momento en el que retrocederán para marcar la 1 a.m.. Este ajuste marca el fin del horario de verano y el inicio del horario de invierno, el cual se extiende hasta el segundo domingo de marzo.
Este cambio no es exclusivo de Texas; la mayoría de los estados de EE. UU. siguen este mismo calendario. Sin embargo, existen excepciones como Arizona y Hawái, que han optado por no implementar el horario de verano, así como algunos territorios como Puerto Rico y las Islas Vírgenes.
Para adaptarse al cambio de hora en Texas, es importante saber cómo ajustar los distintos dispositivos que usamos a diario:
El cambio de horario en Texas ofrece beneficios claros, como optimizar el uso de la luz natural y reducir el consumo energético, especialmente en los meses de verano. Al extender la luz del día, se minimiza la necesidad de iluminación artificial, lo que permite ahorros significativos en electricidad y aumenta la productividad, ya que las actividades laborales y recreativas pueden aprovechar más horas de luz solar.
Por otro lado, el sistema presenta desventajas importantes. Según el Instituto Nacional de la Salud Mental, el ajuste horario puede afectar el ritmo circadiano y la salud mental de las personas, especialmente en invierno cuando las horas de luz se reducen. Este desajuste puede provocar trastorno afectivo estacional (TAE), al disminuir la exposición solar y alterar la producción de serotonina y melatonina, lo que impacta el estado de ánimo y los patrones de sueño.