El aumento de las temperaturas, en América Latina y el mundo en general, provoca que las olas de calor sean cada vez más frecuentes e intensas, poniendo en riesgo la salud humana. El calor extremo es identificado por expertos como una de las principales causas de muertes relacionadas con el clima en diversas regiones del mundo. Este fenómeno, conocido como estrés térmico, afecta tanto a la salud física como a la infraestructura de las ciudades, lo que enciende las alarmas entre científicos y médicos que estudian los efectos del cambio climático.
Según un informe reciente de la NASA, el panorama es aún más desalentador. Se proyecta que varias áreas del planeta, incluidas partes de América Latina, China y Estados Unidos, podrían volverse inhabitables para 2070 debido al incremento del calor extremo y la humedad. Estas proyecciones, basadas en estudios científicos como el dirigido por Colin Raymond del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, advierten que los niveles de estrés térmico se duplicaron en los últimos 40 años y es probable que continúen aumentando en las próximas décadas.
El impacto del cambio climático sobre la salud humana es cada vez más evidente. Las condiciones extremas de calor y humedad representan un peligro inminente, especialmente para las poblaciones más vulnerables. Los científicos del clima están realizando un seguimiento exhaustivo del estrés térmico para advertir sobre las condiciones que podrían ser letales. La información es clave para preparar a las sociedades y mitigar los efectos más graves del calentamiento global, en un esfuerzo por frenar los impactos del cambio climático antes de que se vuelvan irreversibles.
El calentamiento global está afectando de manera desproporcionada a diferentes regiones del mundo, y según los modelos climáticos, áreas como el sur de Asia, el Golfo Pérsico y partes de América Latina podrían enfrentar temperaturas de bulbo húmedo superiores a los 35 grados Celsius en las próximas décadas. Estas temperaturas, que combinan calor y humedad extrema, son potencialmente letales para los seres humanos, ya que el cuerpo pierde la capacidad de enfriarse de manera natural. Brasil, en particular, podría experimentar estas condiciones hacia 2070.
Los datos proporcionados por satélites de la NASA, como el Sonido Infrarrojo Atmosférico (AIRS) y el Experimento de Radiómetro Térmico de Ecosistemas (ECOSTRESS), están ayudando a los científicos a desarrollar modelos que predicen cómo evolucionarán las temperaturas y la humedad en el futuro. Estas herramientas permiten a los expertos identificar los puntos críticos de calor extremo, incluso en regiones con poca infraestructura meteorológica, como algunos países en desarrollo.
De cara al futuro, la NASA está formulando nuevas misiones, como la Biología y Geología de la Superficie (SBG), que proporcionarán datos de mayor resolución para monitorear procesos como la evaporación y mejorar los pronósticos de eventos climáticos extremos. Estos avances no solo permitirán a los científicos prever mejor las migraciones masivas hacia regiones más habitables, sino que también proporcionarán las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más caliente y húmedo, mitigando los efectos más devastadores del cambio climático.
El índice de calor es una medida comúnmente utilizada para evaluar cómo se siente la temperatura en el cuerpo humano al considerar la humedad relativa. Sin embargo, su aplicación varía entre países, lo que llevó a los científicos a centrarse en una medida más precisa para evaluar el estrés térmico.
Esta métrica refleja la capacidad del cuerpo para enfriarse a través de la sudoración en condiciones de calor y humedad, proporcionando una evaluación más directa de los riesgos para la salud en climas extremos. La temperatura de bulbo húmedo se mide con una técnica específica que involucra la evaporación de la humedad, lo que la hace más efectiva para predecir condiciones peligrosas.
A nivel global, la temperatura de bulbo húmedo se volvió una referencia clave para los estudios climáticos, ya que mide si el cuerpo humano puede enfriarse adecuadamente en condiciones extremas. Según investigaciones recientes, el límite de supervivencia para los humanos . No obstante, desde 2005, se registraron temperaturas de bulbo húmedo superiores a este límite en varias ocasiones, particularmente en regiones subtropicales como Pakistán y el Golfo Pérsico.
El aumento de las temperaturas de bulbo húmedo, que ya se triplicó en las últimas cuatro décadas, es una señal alarmante del cambio climático. Los valores de entre 32 y 35 grados Celsius son cada vez más frecuentes, lo que sugiere que más regiones del mundo podrían experimentar condiciones insostenibles para la vida humana. Los científicos están monitoreando estos valores estrechamente, ya que el incremento de la temperatura global afecta la calidad de vida y plantea serios riesgos para la supervivencia en las zonas más vulnerables del planeta.