Colombia acoge a finales de octubre la COP16 sobre biodiversidad para dinamizar la aún tímida implementación de la hoja de ruta que se trazó el mundo hace dos años en un histórico acuerdo en Montreal con miras a salvaguardar la naturaleza de aquí a 2030.
Se espera que representantes de unos 200 países y 12.000 personas asistan a este vasto foro diplomático y económico del 21 de octubre al 1 de noviembre en Cali (suroeste).
Enclavada entre el Pacífico y la cordillera de los Andes, la región es símbolo de la biodiversidad de Colombia, una de las más ricas de mundo, que a la vez enfrenta los estragos de la deforestación, la minería ilegal y la guerra por el tráfico de cocaína.
El país busca aprovechar la 16ª Conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de las Naciones Unidas para liderar los esfuerzos mundiales de protección de la biodiversidad.
En Cali la idea es "ponernos de acuerdo en las reglas del juego para superar esta crisis, sino seguiremos haciendo promesas sin los medios adecuados para cumplirlas", dijo la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, en Nueva York a finales de septiembre.
Otro actor importante será Brasil, vecino del otro lado del Amazonas y que preside el G20 antes de acoger la COP30 sobre el clima en 2025.
Se espera la participación de doce jefes de Estado, entre ellos el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la mexicana Claudia Sheinbaum.
La Unión Europea pese a su ambicioso Pacto Verde llega este año lastrada por los reveses relacionados con la crisis agrícola.
Una de las principales disidencias de las FARC declaró una tregua durante la cumbre, tras numerosos atentados, masacres y tiroteos.
Antes de la COP29 sobre el clima que se celebrará en Bakú en noviembre, la COP16 será "una COP de implementación y financiación", como resumió ante los eurodiputados el diplomático europeo Hugo-Maria Schally.
El gran avance se produjo en la COP15 de Montreal. Celebrada bajo la presidencia de China, el 19 de diciembre de 2022 dio lugar al Acuerdo de Kunming-Montreal, una especie de homólogo del acuerdo de París sobre el clima, aunque menos vinculante.
Este pacto por la "paz con la naturaleza", lema adoptado ahora por la Presidencia colombiana, fijó 23 objetivos para 2030.
El mayor es la protección eficaz del 30% de la tierra y el mar. Los otros incluyen restaurar el 30% de los ecosistemas degradados, reducir a la mitad el uso de pesticidas y de la tasa de introducción de especies exóticas invasoras, etc.
"No será una COP de grandes decisiones, pero es una muy importante porque es la primera oportunidad desde el acuerdo para que los países muestren su compromiso real", explica Dilys Roe, del Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo (IIED), con sede en Londres.
Pero el tiempo apremia ante la extinción de especies, la deforestación, la contaminación por pesticidas y plásticos y los desastres climáticos.
Según IPBES, los expertos en biodiversidad de la ONU, el 70% de los ecosistemas del mundo están degradados.
Tras el fracaso de casi todos los objetivos fijados para 2020, los países deben acordar en Cali indicadores y criterios para hacer "creíble" la hoja de ruta hasta 2030 y elaborar un primer balance en la COP17 de 2026, explica Juliette Landry, del Instituto de desarrollo sostenible y relaciones internacionales (IDDRI) en París.
Sólo una veintena de países han presentado una estrategia nacional actualizada en materia de biodiversidad (NBSAP en inglés) y unos sesenta han comunicado los compromisos correspondientes a una parte de los objetivos.
Colombia aspira presentar un plan de transición energética para captar unos 40.000 millones de dólares y abandonar así su dependencia del petróleo y el carbón.
En el plano financiero, un punto clave para avanzar en las negociaciones, el objetivo fijado en Montreal es aumentar hasta 25.000 millones de dólares en 2025 y 30.000 millones en 2030 la ayuda anual para la biodiversidad en los países en desarrollo.
En la COP15 estas naciones consiguieron la creación de una nueva rama del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAM en inglés) dedicada a aplicar la hoja de ruta.
Paralelo a los debates en el G20, el FMI y la COP sobre el clima, un tira y afloja hará que los países del sur pidan más dinero a los países desarrollados, mientras que estos últimos reclamarán contribuciones de países emergentes ricos, como China.
Los pueblos indígenas, muy presentes pero a menudo los más decepcionados por las decisiones finales, esperan que el evento al borde del Amazonas sea la oportunidad para que se reconozcan sus derechos y conocimientos ancestrales.
Las empresas, sobre todo las del sector agroalimentario, serán muy activas, y también se planteará la cuestión de los créditos de biodiversidad, una variante de los créditos de carbono.
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