El Premio Nobel de Medicina recayó este lunes en los investigadores estadounidenses Victor Ambros y Gary Ruvkun por su hallazgo del microARN, un nuevo tipo de molécula ARN minúscula que tiene un papel crucial en la regulación de la actividad de los genes.
Los microARN "tienen una importancia fundamental para el desarrollo y el funcionamiento de los organismos", dijo el jurado de la Academia sueca en un comunicado.
"Una alteración de la regulación de los genes puede causar enfermedades graves, como el cáncer, la diabetes o la autoinmunidad. Por eso, comprender la regulación de la actividad de los genes es un objetivo importante desde hace varias décadas", añadió.
"¡Es algo gigante! ¡Es un terremoto!", declaró Ruvkun a la radio pública sueca SR poco después de haber recibido la noticia en plena madrugada, debido al cambio de hora. "Mi perro no entiende por qué estamos corriendo por toda la casa, cuando aún no sale el sol", añadió jubiloso.
El segundo laureado, su compatriota Victor Ambros, mostró el mismo entusiasmo. "¡Guau! ¡Es increíble! No lo sabía", le dijo al reportero de SR que le dio la buena noticia.
Ambros, de 70 años, es biólogo en la Massachusetts Medical School, y Ruvkun, de 72, es profesor de genética en la Harvard Medical School. En 1993 publicaron en dos artículos separados sus hallazgos sobre "un nuevo nivel de regulación de los genes", que fueron decisivos.
Los dos investigadores, que colaboran juntos pero trabajan separados, llevaron a cabo sus trabajos a partir de un gusano redondo de un milímetro, el C. elegans, para determinar por qué y cuándo se producen las mutaciones celulares.
Cada célula contiene los mismos cromosomas y, por lo tanto, exactamente el mismo conjunto de genes e instrucciones. La regulación de los genes permite que cada célula seleccione sólo las instrucciones relevantes.
Los dos investigadores se interesaron en cómo se desarrollan los diferentes tipos de células y descubrieron los microARN.
"Su revolucionario hallazgo reveló un nuevo principio de regulación de los genes que resultó ser crucial para los organismos multicelulares, incluyendo los seres humanos", señala el comunicado.
Este descubrimiento dio lugar a "numerosos ensayos (que están) en curso, y no sólo contra el cáncer, pero también contra otras enfermedades (...), pero no hay nada cercano a una aplicación real", señaló Gunilla Karlsson Hedestam, profesora del Instituto Karolinska.
El año pasado, el Nobel de Medicina fue para la investigadora húngara Katalin Kariko y el estadounidense Drew Weissman por el desarrollo de la tecnología de ARN mensajero que abrió el camino para las vacunas contra el covid-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna.
El premio conlleva una recompensa de 11 millones de coronas (más de un millón de dólares), que se reparten en caso de haber varios ganadores.
La temporada de estos prestigiosos galardones seguirá el martes con Física, el miércoles con Química, antes de los más esperados de Literatura, el jueves, y el de la Paz, el viernes. El premio de Economía, creado más recientemente, cierra la serie el próximo lunes.
El Nobel de la Paz, el más destacado, nunca ha sido tan difícil de predecir, con las catástrofes multiplicándose por todo el planeta.
Dan Smith, director del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (Sipri), se inclina por un "año blanco", es decir, que no se conceda el premio, como ya ocurrió en 19 ocasiones en toda su historia, la última de ellas en 1972, en plena guerra de Vietnam.
"Quizás sea hora de decir: 'Sí, mucha gente trabaja muy duro, pero sin resultado y hace falta que más personas y dirigentes mundiales despierten y se den cuenta de que estamos en una situación sumamente peligrosa'", declaró a AFP.
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